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Lunes 29/04/2024
 

Provincia de Cádiz

Un 8 de marzo reivindicativo, pero, también, un tiempo de fortalezas

Cuatro mujeres. Cuatro referentes en el mundo de la investigación, la educación, la sanidad y la agricultura, para reivindicar las conquistas de la mujer

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  • La periodista Ana Huguet junto a las cuatro participantes en el debate con motivo de la celebración del Día Internacional de las Mujeres el pasado 8 de marzo. -

A lo largo de los últimos años, con la llegada del 8 de Marzo y la celebración del Día Internacional de la Mujer, se ha puesto el foco en las debilidades, en los fallos del sistema, en los déficits, en las desigualdades, en la falta de equiparación salarial, pero en esta ocasión hemos decidido fijarnos en las fortalezas de las mujeres, en reivindicar su protagonismo y su reconocimiento, a partir de cuatro profesionales de la provincia de Cádiz que son referentes gracias a cuatro trayectorias impresionantes: María Jesús Mosquera, catedrática de Física y Química de la UCA y primera vicerrectora de Investigación de Andalucía; María Luisa Escribano, fundadora de Asansull y pionera en materia de educación especial en el Campo de Gibraltar; Carmen de Manuel, psicóloga clínica y durante 33 años integrante de la unidad de salud mental infantil del Hospital Puerta del Mar de Cádiz; y Noelia Carmona, agricultora y líder en el cultivo de zanahorias en la zona de Jerez, Arcos y la Costa Noroeste.

Cada una de ellas posee una historia que merece ser conocida de forma independiente, por el ámbito en el que se desarrollan, por su función inspiradora, por su capacidad emprendedora y por su afán de superación, y el hecho de ser mujeres les confiere un valor añadido y un nexo de unión desde el que constatan una realidad común -el desarrollo de su labor profesional bajo el escrutinio de la sociedad en su conjunto, no solo del hombre-, y por el mismo hecho sin caer en el estereotipo ni en el victimismo, sino desde una seguridad forjada con el tiempo que constituye uno de los pilares de su fortaleza, de su ejemplo.

 

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¿Os ha costado más llegar a donde habéis llegado por el hecho de ser mujer?

María Jesús Mosquera: A mí no me cabe la menor duda. Y no se trata de culpabilizar a los hombres. Son nuestros compañeros de viaje y de vida, y no se trata del hombre en sí mismo que lucha contra la mujer, sino de la propia sociedad que todavía no está concienciada del papel que debe desempeñar la mujer.

Carmen de Manuel: La mujer tiene una vertiente extraprofesional. En mi campo, como sanitaria y psicóloga infantil, ha sido un terreno muy de mujeres, no me ha costado, pero he tenido que compaginar mi vida familiar con mi vida profesional. Tras 10 días jubilada me empiezo a dar cuenta de lo abandonada que han podido estar muchas parcelas de mi vida. En lo que es la conciliación de la vida laboral, las mujeres hemos tenido un reto mayor que los hombres.

Noelia Carmona: El mundo del campo es muy difícil, es un terreno pantanoso. Y siempre hay una crítica hacia la mujer, que tiene que estar en su casa. La conciliación familiar cuesta. Quien lo más lo sufre es mi hijo, que es pequeño todavía y lo padece por mi arranque en el campo.

¿Cuánto ha habido de sacrificio personal?

María Luisa Escribano: A mí me ha gustado tanto que nunca lo he considerado un sacrificio, pese a que han sido muchas horas, muchos días y muchos viajes.

María Jesús Mosquera: Siempre hay sacrificio personal, pero a veces influye también la incomprensión de la sociedad. Si eres un hombre se cree que puedes ser un buen padre de familia y buen profesional y dedicar muchas horas de trabajo, y tu mujer está para apoyarte. Cuando eres una mujer y tienes triunfos siempre está la sospecha de que no le dedicas suficiente tiempo a tu familia. Creo que muchas veces te sientes culpabilizada, al sentir que los éxitos no pueden ir acordes a una vida familiar. Rompo una lanza por las mujeres profesionales, porque creo que ayudan a que sus hijos e hijas conozcan lo que puede ser su vida profesional.

¿Qué habéis aprendido a lo largo de vuestra trayectoria?

Noelia Carmona: He aprendido a verme capaz de querer y poder hacer lo que quería. Hoy día me siento súper orgullosa de ser agricultora. Cualquier persona puede necesitar de un profesional una vez a la semana, pero a un agricultor lo necesita de 3 o 4 veces al día. Me siento orgullosa de poder estar en cada familia varias veces al día.

Carmen de Manuel: Para proteger a los demás y cuidar a los demás hay que saber cuidarse a sí mismo. Las mujeres se dedican al trabajo, a conciliar la vida familiar, pero ellas dónde se quedan. Hay que cuidarse a uno mismo.

María Jesús Carmona: He aprendido a saber compaginar. Es muy importante que cuando una mujer desempeñe un papel de liderazgo sepa visibilizarlo y no encerrarse en nuestro mundo, para que otras niñas sepan cuál es el camino. Las mujeres tenemos que hacernos protagonistas de nuestra propia historia.

María Luisa Escribano: Cuando doy charlas a las chicas de ayuda a domicilio, siempre digo que cuidemos a los demás como nos gustaría que fuésemos cuidados.

¿Habéis sentido miedo y temor al fracaso?

Noelia Carmona: Me suelo meter en todos los charcos, pero ese miedo al fracaso era lo que me cargaba las pilas para salir adelante.

María Luisa Escribano: Miedo no, pero respeto sí. Por lo demás, soy arriesgada por naturaleza.

María Jesús Mosquera: Siempre que te arriesgas sientes temor al fracaso.

¿Y cómo se vence a ese temor?

María Jesús Mosquera: Con ilusión y con vocación. Y aquí tenemos el ejemplo de unas compañeras por cómo viven y disfrutan de su trabajo. 

¿Es débil quien tiene miedo?

Carmen de Manuel: No, es débil el que tiene miedo y se arruga y se acobarda. Es fuerte el que tiene miedo pero se arroja, y lo utiliza no como algo que te resta energía, sino que te impulsa.

 

Trayectorias

Son testimonios compartidos a través de trayectorias profesionales completamente diferentes, de experiencias personales diferentes, pero marcadas por el éxito, por el reconocimiento, por la ejemplaridad, y que también hay que tener presentes, como las de muchísimas otras mujeres, en el haber de las reivindicaciones de cada 8M, porque marcan un camino posible que hay que visibilizar para reforzar los mensajes y el compromiso con la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. 

En el caso de María Luisa Escribano, por ejemplo, el mérito es doble, ya que emprendió su propio camino, ella sola, allá por el año 1969, tras su primer curso como maestra de una escuela unitaria en La Línea. “En aquella escuela había unos cinco alumnos que no seguían el ritmo del resto. Ya no sabía qué hacer. Me preguntaba qué pasaba en aquellas cabezas, y decidí viajar a Madrid para formarme”. A su regreso contó con respaldo público para abrir un colegio de educación especial. “Empecé con diez niños. Uno a uno sacado de su casa, porque las madres decían que estaban malitos y no tenían que salir. Empezamos en la antigua cárcel del pueblo”. Poco después creó la fundación Asansull, “porque había alumnos que por edad ya no podían seguir en el sistema educativo tras los 18 años, y tras sacarlos del sofá, a dónde los llevábamos. Pedimos un terreno y nos lo dieron”. Ahora tiene 24 centros, más de 800 trabajadores y 1.700 beneficiarios. “Mi hija se ha criado en el centro y con las familias de Asansull. Cuando las amigas le preguntaban que dónde estaba yo siempre decía que haciendo cosas buenas”.  Una labor que le hizo merecedora de la Medalla de Andalucía en 2016.

Carmen de Manuel llegó a Cádiz tras aprobar unas oposiciones y en 1989 pasó a integrar la recién creada unidad de salud mental infantil del hospital Puerta del Mar, donde ha estado dedicada en cuerpo y alma a “defender la infancia, porque si hablamos de las mujeres que están excluidas e invisibilizadas, tenemos aún más a los niños y niñas, que van un poco de la mano de las mujeres. Por eso me hice experta en maltrato infantil, porque no se respetan los derechos ni de los niños ni de las mujeres”.

En este sentido, uno de los aspectos que ha caracterizado su trayectoria profesional ha sido “ir detectando vacíos, lagunas en el trato a la infancia, desde la sociedad en global”. Entre ellos, el trauma ocasionado en los niños y niñas víctimas de abusos cuando iban a declarar al juzgado en contra del padre, que solía ser el abusador. De aquel diagnóstico surgió un cuento que le fue publicado por la consejería de Salud y que se ha utilizado dentro y fuera de España para guiar a los menores a la hora de afrontar la citación. “Fue un cuento creado para no tener que ser usado. De hecho, ahora tenemos una nueva ley de protección integral a la infancia contra la violencia, por la que ya no necesitan declarar”.

María Jesús Mosquera ha liderado el proyecto con más financiación de la historia de la UCA. “Es difícil liderar un proyecto de estas características desde el sur de Europa, lo habitual es que lo hagan desde Alemania o países del norte de Europa”. Ella es catedrática -solo son un 20% en el seno de la Universidad de Cádiz, aunque en el paso anterior, profesor titular, están en torno al 50%-. “Cuando se trata de liderar está claro que el techo de cristal que todavía existe”, aunque con respecto a las vicerrectoras “podemos estar ya casi en igualdad en los equipos de dirección. El problema surge en la investigación y la transferencia, ya que no hay mujeres en la parte que lidera la investigación. Yo cuando llegué al puesto fui la primera en la historia de la UCA y cuando me reuní por primera vez con mis compañeros de las nueve universidades públicas andaluzas era la única. A mí eso me sorprendió relativamente, porque trabajo en el campo de la ciencia, y en las reuniones en las que he estado a nivel nacional, el número de mujeres ocupando puestos de decisión es muy pequeño”. Igualmente, “sí digo también que en las universidades no hay discriminación. En otros países, que tal vez pensemos que están más avanzados en temas como el feminismo, te encuentras que llegas a Alemania o Italia y las cosas no están mejor que aquí, sino incluso peor. Las mujeres españolas en ciencia hemos roto barreras que en otros países no se han llegado a romper”

El caso de Noelia Carmona es el de una historia de superación. “La crisis de 2008 le dio un revolcón. Era técnico de turismo y sin saber nada del campo, ni tener vinculación, ni apellido, decidió reinventarse emprendiendo como agricultora. Antes empezó como peón, “con el objetivo de aprender desde abajo, porque no conocía nada del campo. Aprendí a coger tractores, mallas de conejos, a regar, para emprender y montarme por mi cuenta”.

“Cuando veo que el campo puede darme un futuro, empiezo a estudiar y a hacer cursos”. Pero su primera experiencia fue “nefasta”. “Pedí favores a amigos, comprometiéndome a pagar a final de campaña, pero la bacteria écoli hizo que tuviera que dejar la zanahoria en el campo”. Pero no se amedrentó. “No estaba por la labor de abandonar. Lo veía muy claro. Busqué aval bancario y empecé con 14 hectáreas”. Actualmente tiene 80. “Soy pionera. Al principio me lo cuestionaban todo, pero cada vez hay más mujeres técnicos en el campo”, e incluso las cuadrillas que contrata cada campaña están formadas por más mujeres que hombres. “No he dejado nunca que me pisen. Por qué tengo que demostrar que soy igual de válida que tú. Me cuesta pero lo demuestro”, subraya para ratificar el machismo que sigue formando parte del mundo del campo.

Las cuatro, desde su experiencia, intentan trasladar a sus hijos una enseñanza que esperan sea fundamental en sus vidas: ver a una madre profesional que dedica tiempo a su trabajo y a su familia, porque eso implica que ellos, cuando sean mayores, “nunca van a decir las frases que nosotras hemos escuchado”. Y ésa es una de sus grandes fortalezas.

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