Investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) han usado los isótopos estables de carbono y nitrógeno presentes en los pelos de los jabalíes para determinar la alimentación suplementaria a la que son sometidos.
La investigación, en la que ha colaborado el Instituto de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) de la Junta de Andalucía, ha analizado las muestras de 75 jabalíes procedentes de siete cotos de caza de Andalucía para conocer su dieta alimentaria y el tipo de manejos al que son sometidos para la caza.
Los isótopos estables presentes en los pelos proporcionan información sobre la calidad y la composición de la dieta a largo plazo ya que el pelo, durante su crecimiento, guarda la información isotópica de su dieta de manera cronológica.
De esta forma, al analizar las muestras de pelo cortadas en partes iguales desde la más antigua hasta la más reciente para obtener así una cronología de la alimentación, el estudio identificó tres tipos de dietas en los jabalíes.
De las 7 poblaciones analizadas, solo dos tenían una alimentación 100 por ciento silvestre típica de los entornos donde vivían, es decir, no se detectó presencia de alimentos suplementarios.
Por el contrario, en cuatro poblaciones se detectó una mezcla entre alimentación silvestre y otra alimentación a base de maíz debido al suministro de alimentación suplementaria como atrayente para poder cazar a los animales y mantener las poblaciones para la caza.
Finalmente se detectó una sola población donde su dieta era típica de animales crecidos en cautividad con una dieta formada en su totalidad de maíz, por lo que estos animales se habían criado en cautividad y soltados para ser cazados, una práctica fraudulenta y no permitida en los cotos de caza analizados.
El maíz procede de una planta que no se encuentra de forma natural en el área de estudio, por lo que su uso en la alimentación de los jabalíes prueba la alimentación suplementaria no autorizada, el origen cautivo del jabalí en las áreas de caza o la utilización de la alimentación para que los animales fueran atraídos hacia donde se realizaría la caza.
Estas prácticas pueden tener repercusiones negativas ya que las aglomeraciones de jabalíes pueden ocasionar varios problemas al ser animales que pueden servir de reservorio de bacterias, virus y parásitos que son transmisibles a las personas y a los animales domésticos a través de la interacción directa o indirecta.
Además, una disponibilidad mayor de alimentación disminuye la mortalidad juvenil y aumenta la productividad reproductiva reflejándose en un constante aumento del número de individuos de las poblaciones las cuales pueden producir daños en la agricultura y la silvicultura con importantes repercusiones económicas.