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Arcos

'Te quiero siempre'

Artículo de opinión homenaje al recientemente fallecido alcalde de Arcos Jesús Ruiz.

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  • Jesús Ruiz Fernández falleció hace unos días en su ciudad de Arcos. -

CÁNDIDO RUIZ

Escribo estas líneas con lágrimas en los ojos, con dolor y rabia, Papá. Pero también con tranquilidad y orgullo. Con la tranquilidad y el orgullo de saber que, estés donde estés, estás para siempre con nosotros. Te fuiste en paz, sereno, lúcido, feliz y sin sufrir, igual que si fuese un sueño. Aquí se nos va a hacer difícil, muy difícil, porque la huella que has dejado es imborrable. Pero tus enseñanzas, tu experiencia vital, tus batallitas y lo mucho que nos quedaba por aprender de ti nos hará salir adelante, recordándote siempre y cada día. Por ti, por mamá, por nosotros. Porque has sido, eres y serás un luchador, un titán. Porque mi mayor orgullo es que hayas sido mi padre.

Te has ido, Papá, querido y amado por nosotros, sí, pero también el pueblo de Arcos te ha presentado tus respetos como la excelente persona que fuiste. Tus vecinos y vecinas se volcaron contigo y con nosotros, tu familia y amigos nos acompañaron en todo momento, tu Partido estuvo contigo, políticos/as de todos los colores fueron a despedirte, tus compañero/as de colegio tampoco te dejaron. Recibimos infinidad de mensajes y llamadas, muestra de lo grande que has sido. Y hasta el Niño de tu querida Hermandad del Dulce Nombre quiso verte por última vez. En el día del Corpus, que hasta para eso has sido, eres y serás grande, Papá. Casualidades de la vida, o no, nos has dicho adiós coincidiendo, prácticamente, con el aniversario de tu nombramiento como Hijo Predilecto de tu Arcos de la Frontera. ¡Qué puntería!

Tengo que decirte, Papá, que se hizo todo como te hubiese gustado. El Olivares Veas se engalanó para recibirte (muchísimas gracias, Isidoro, por tanto) en un día triste y durísimo pero lleno de emociones. Al día siguiente, saliste portado en los hombros de diversos compañeros de distintas Corporaciones Municipales mientras las campanas de Santa María repicaban por tu partida. Y en San Francisco, multitud de gente quiso darte su último adiós, a la vez que, tan correcto y elegante siempre, le devolvías la visita al Niño en su altar. Pero, ¿qué te voy a contar a ti, que te fuiste sin haberte ido y estabas allí con nosotros?

Te despedimos en tu campo, en Sanlucarejo, con tus hermanos y sobrino, como querías. Y allí, aún, no he sido capaz de ir a estar contigo. Porque aún no me lo creo, porque me duele tu ausencia. Porque te quiero siempre y porque pienso que, en algún momento, vas a volver y te voy a encontrar en tu sillón con tus crucigramas y periódicos.

Me tengo que acostumbrar a que no estés físicamente, lo sé. Pero también sé que siempre vas a estar presente. Echo ya de menos tus llamadas, tus risas, nuestros chistes malos, hablar y discutir de política, compartir libros, ir a hacer la compra, nuestras peleas, cosas que me van a acompañar ya toda la vida. Te echo mucho de menos, Papá. Gracias por todo, por tanto. Te quiero siempre.

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