Sí, algo así como el título de un libro en el que se pueden analizar los pros y contras, resumiendo, de esa infraestructura que aún en los tiempos actuales constituye una necesidad vital para la supervivencia y desarrollo de ciudades y pueblos y en cuyo contexto la provincia de Huelva sabe un rato -con errores incluidos como podremos comprobar más adelante- desde que Huelva descubrió su futuro económico e industrial más allá del tradicional triángulo delimitado por los ríos Odiel y Tinto o Tinto y Odiel, porque tanto monta. La verdad es que unir la Punta del Sebo con La Rábida o Palos de la Frontera fue un auténtico milagro al pasar de hacerlo en barca a remos o motor o, a modo de ferry, mediante el transbordado Francisco Montenegro, según creo recordar ahora mismo o a falta de confirmar la denominación.
Las cosas así llega el Polo de Promoción Industrial primero y de Desarrollo después. Sí, hace ahora 60 años nada más y nada menos, cuando para ir a La Rábida había que hacerlo en aquella singular camioneta de don Arturo López-Damas o el tren que con tanto acierto habilitó la entonces Junta de Obras del Puerto de Huelva, y de cuyo invento puede que quede semienterrado algún tramo de raíl, posiblemente desaparecidos todos estos vestigios a raíz de la increíble remodelación que acaba de experimentar la no menos emblemática y entrañable avenida de Francisco Montenegro, guía y alma del entramado portuario que ahora mismo empieza a dibujarse como el por qué Huelva llegó a ser capital de la provincias. Sí, por algo sería. Sí, estamos hablando de la Huelva del futuro que salvando el río Odiel -por favor, no digan más del Tinto- permitió hace ahora poco más de medio siglo ir a la playa tradicional y señera que solo era accesible en las famosas canoas o yendo a Cartaya y hacer un buen número de kilómetros por un camino o algo similar pasando o desde El Rompido, que ahora mismo debería ser la vergüenza de dirigentes políticos de Cartaya y Lepe cuando ya hace un considerable número de años -mejor no recordar pero sí reprochar para escarmiento y de cara a un futuro no acabado- iniciaron la construcción de un puente entre El Terrón lepero y El Rompido de Cartaya. Todo muy sugestivo para Emiliano Sanz Escalera, al que no hay más remedio que recordar porque fue su impulsor y ambos pueblos se pusieron de acuerdo para paralizar la obra y, como agravio y/o recuerdo dejar esos pilares desafiantes y la cementera o algo parecido y recordemos algo impropio de quienes dicen querer a sus respectivos pueblos. A todo esto, un palo para el incipiente turismo de la zona que poco o nada ha cambiado desde entonces.
La verdad es que me gustaría profundizar más, pero el espacio manda y, al hilo de la noticia de que ¡por fin¡ va a ser mejorada (¿) la iluminación del puente del Odiel, un milagro de la época para Punta Umbría y el acceso al litoral de occidente, se me viene a la memoria la tomadura de pelo de Manuel Chaves González, a la sazón presidente de la Junta de Andalucía, cuando emulando a otra recordada figura de la política española dijo aquello de “puedo prometer y prometo” (expectación) para anunciar ¡casi na! aquellos atrevidos 3 puentes -3- desde Huelva a Punta Umbría. Bueno, y más cosas que no vienen al caso. A estas alturas, eso sí, más luz para el puente de los famosos “gálibos” de los que alerté al entonces jefe provincial de Tráfico, mi buen amigo Andrés Sánchez Buenaposada. Sí, una iluminación que por lo visto se ha ido retrasando para buscar la formula lumínica que no perjudique a las intocables aves que jalonan el paraje del Odiel.
El puente en cuestión que decidieron implantar en el lugar menos adecuado, despreciando hacerlo desde la Ronda Norte de Huelva como al parecer se estimó en su día y que alguien al que no parecía importarle demasiado Huelva dijo NO al trazado por aguas arriba del Odiel. Punto. Sí, PUNTO, porque los accesos actuales solo deparan congestión y mejor ni pensar en una posible-futura ampliación (¿). Bueno, ¿y que me dicen de la mítica unión con Cádiz? Sí, ¡ojo con Doñana! y no más que hablar. El mundo parece terminar aquí y los ecologistas y quienes no ven ni desean progreso para unir y acabar con una incomunicación entre provincias sin precedentes se parapetan para que Huelva olvide algo tan preciado como es su unión por tierra con Cádiz -ni siquiera en ferry, como en la Costa del Sol- y no dejen pensar en aquel impecable logro del puente sobre el Guadiana en Ayamonte y, antes del amén, todo ello supeditado a no olvidar un puente sobre el río en las marismas de los fosfoyesos de turno, y, comida aparte, la necesidad de trazar otros enlaces con Portugal, ahora mismo insuficientes y sin perspectivas. Y Ayamonte e Isla Cristina ¡qué! Sí, sí, sí, algo que es más que posible en Huelva. Eso.