El primer ataque ocurrió en torno a las 14.00 horas locales, en la población de Akhurwal, situada en Darra Adam Khel, donde un suicida se inmoló en el interior de una mezquita y mató al menos a 56 personas y causó heridas a cerca de un centenar.
La detonación se produjo cuando cerca de medio millar de fieles estaban congregados en el lugar con motivo de la tradicional oración de los viernes.
Según los analistas, líderes tribales de la zona se habían opuesto recientemente a la insurgencia talibán, que tiene una fuerte presencia en las adyacentes e inestables áreas tribales paquistaníes fronterizas con Afganistán.
La potente explosión causó el derrumbe de parte del techo del templo y varias personas quedaron atrapadas entre los escombros, según las cadenas de televisión paquistaníes.
En un comunicado, el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, condenó “el brutal asesinato de inocentes”, que “muestra claramente que los insurgentes no tienen respeto por ninguna religión o creencia”.
Horas después, en torno a las 19.30 horas locales, un grupo de hombres armados atacó otra mezquita en el barrio de Badaber, en las afueras de Peshawar.
Los agresores lanzaron al menos tres granadas de mano contra el templo cuando en él se encontraban casi un centenar de personas para ofrecer el rezo vespertino y la explosión de las mismas provocó la muerte de tres fieles y heridas a otros 24.