"Hay una globalización de las emociones y de los sentimientos", asegura Pancol, quien es la primera sorprendida por la fama mundial alcanzada por los Cortès, una saga que ha vendido en su país más de un millón de ejemplares de cada título de la trilogía que se completa con Les Ecureuils de Central Park sont tristes le lundi.
Y en España, según datos facilitados a Efe por la Esfera de los Libros, se han vendido 200.000 ejemplares
(dieciséis ediciones) de los cocodrilos y ya van 50.000 (dos ediciones) de las "tortugas".
"Es como si esa familia que he inventado, que no existe, que está en mi cabeza, fuese la familia de todo el mundo. ¡Eso es formidable!", exclama Pancol, quien hoy inicia en Barcelona la promoción de la segunda entrega en español de la saga Cortès.
Cree que esa aceptación es "representativa de la naturaleza humana, las personas en el fondo -dice- tienen los mismos sueños, los mismos deseos y necesidades. Hay una demanda de espiritualidad".
"Las personas -continúa- necesitan ser respetadas y recuperar su dignidad. Están hartas. Hay algo así en esta historia".
Una historia coral que en esta segunda entrega introduce notas de novela negra, con un asesino en serie que merodea a Josephine Cortès, un patito feo transformado en cisne gracias a un fulgurante éxito editorial y que cambia el extrarradio por el París más chic.
Pero, pese a las apariencias, Pancol asegura que no hay nada de autobiográfico en su personaje fetiche: "La gente adora a Josephine. Quiere ser como ella, tierna, generosa y buena, pero querría comportarse como Hortense", su primogénita, luchadora y determinada.
"La gente se identifica con Josephine porque es una víctima que afronta la vida y gana. Es alguien que sufre, como sufrimos todos en este momento. Hay violencia en las familias, en la escuela, en el trabajo, en la ciudad, en los países, en el mundo. Hay que resistir, hay que resistir en este momento", dice.