Desde mi azotea

De profesión político

Están tan hartos de todo lo que están viviendo que muchos se pasan a la acera de enfrente, es decir, a votar a partidos extremistas

Publicado: 06/04/2025 ·
13:25
· Actualizado: 06/04/2025 · 13:25
Autor

José Antonio Jiménez Rincón

Persona preocupada por la sociedad y sus problemas. Comprometido con la Ley y el orden

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Los hay en todas las administraciones públicas de este país. Es un espécimen que está perfectamente adaptado al medio al que se agarra como una lapa y del que no hay manera de despegarlo ni apartarlo. La RAE lo define como: “persona, animal o cosa que se consideran representativos de su especie por presentar las características propias de esta muy bien definidas”. Me estoy refiriendo al político o cargo de confianza profesional, ósea, aquél que lleva al menos más de 20 años viviendo del cuento (algunos más de 30) y, pasen los años que pasen, siempre estarán ahí, bien en la sombra -como cargo de confianza- o bien repitiendo como concejal. Se pueden localizar -preferentemente- en los ayuntamientos, sin desmerecer a las comunidades autónomas o el propio Estado. Como digo, no hace falta que el cargo permanente sea desde la política, pues irá alternando fases en los que ejercerá como tal y fases en las que pasará, por la gracia de su partido, a un cargo de confianza en agradecimiento por los favores recibidos. En definitiva, nunca dejará de chupar de la teta de la vaca porque siempre habrá un pezón libre para su barriga agradecida.

Y no hay manera de retirarlo o retirarla de la vida pública. Cuando no ejercen de político, se aferran a su partido con algunos de los cargos que existen en sus organizaciones y, desde allí, van avanzando puestos hasta llegar a ser indispensables para su organización. Y si no es así, ya se buscará la lapa donde agarrarse y a quién arrimarse para poder seguir viviendo del cuento. Normalmente, son puestos de una media de 3.000 euros libres de polvo y paja al mes. Y es curioso como aparecen y desaparecen de la primera línea de la política como por arte de magia y los ciudadanos se preguntan ¿qué habrá sido de fulanito o fulanita que hace tiempo que no lo veo? Y no, no ha desaparecido. Está agazapado dentro de su partido en algunos de los cargos que existen en sus organizaciones internas y donde nadie lo localiza a menos que usted sea afiliado y tenga contacto con la organización política.

Muchos de estos sujetos tienen profesiones como abogados, economistas e incluso soldadores, albañiles, empleados de banca, etc., y, sin embargo, nunca han ejercido de sus oficios, sino que se han enganchado al de político o cargo profesional sin dejar paso a la juventud, a nuevas ideas. Y no se entiende como un alcalde -o alcaldesa según lugares- o el secretario general del partido, consiente esa desfachatez. Bueno sí, posiblemente estén sembrando para que en un futuro poder engrosar las mismas listas. Y no hay que descartar que, a la menor ocasión, esa persona, suba escalones y el partido le busque una salida a más altura, por ejemplo, en otras administraciones o dentro del propio partido a nivel jerárquico superior.

Y posiblemente sea ahí donde se le pierda la pista y ya será más difícil saber por dónde camina; hasta que ¡eureka!, un día en un reportaje de TV o foto de prensa lo ves junto a sus jefes y dices, ¿mira donde está? Y, claro, sigue chupando de la sopa boba, vamos lo que siempre se ha llamado la olla grande del funcionario que es la administración, pero elevado a la política. Y yo me pregunto ¿no les da vergüenza a los partidos políticos sean de la ideología que sean permitir estas barbaridades? ¿Es normal que haya personas que lleven casi toda su vida en un puesto político o de confianza sin dejar pasar a los que vienen detrás? ¿Qué son, pagos de favores? ¿Dónde están los afiliados de esos partidos que no alzan la voz para quejarse? ¿Cómo se permite esa degradación de la política?

Posiblemente a muchos ciudadanos ya les está importando poco la política y no quieran ver un colegio de votación ni en fotos. Están tan hartos de todo lo que están viviendo que muchos se pasan a la acera de enfrente, es decir, a votar a partidos extremistas que prometen acabar con esas prácticas, cosa poco creíble. Y no. No cambia nada. Las mismas caras, los mismos cargos, los mismos enchufes, los mismos puestos, los buenos sueldos y el conocer que muchos de ellos no han dado un palo al agua, ni han trabajado nunca en sus profesiones. Pues sí, han hecho de la política su profesión. Y no van a cambiar porque les va muy bien y se les permite. Y quien se vea reflejado en este artículo sabrá de lo que hablo. Y, posiblemente, todos conozcamos a alguno de estos chupatintas lapas de tetas agradecidas en los distintos partidos políticos. De vergüenza.

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