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Lunes 25/11/2024
 

Rota

“Este libro es la crónica histórica de Rota a través del Carnaval”

Hablamos con Pedro Pablo Santamaría, autor del libro 'Cuatro siglos de Carnaval de Rota: 1605-2012 (y lo que queda)'. Se presenta mañana sábado a las 20:00 horas en el Castillo de Luna

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  • Pedro Pablo Santamaría, autor del libro. -

Muchos de nuestros lectores conocerán a Pedro Pablo Santamaría en su faceta de profesor. Muchos otros, como letrista de carnaval, o incluso por su involucración en la política local, pero a lo mejor algunos desconocen su faceta como escritor. Santamaría, tras publicar una obra conjunta sobre la Memoria Histórica bajo el título de ‘Memoria Rota’, sorprende ahora con un profundo trabajo de investigación que le ha llevado a relatar la historia del carnaval roteño desde sus primeras apariciones en textos históricos. Esta obra ‘Cuatro siglos de Carnaval en Rota: .1605-2012 (y lo que queda...)’.

¿Cómo surge la posibilidad de embarcase en un proyecto de estas características y de estas dimensiones? Cuatro siglos son muchos años...

—El proyecto nace en dos fases: la primera vez que yo me planteo  de abordar el Carnaval desde un punto de vista histórico es cuando el Ayuntamiento hace un concurso con motivo de la celebración de los Ayuntamientos democráticos, sobre 2005. No llegué a hacerlo entonces por falta de tiempo, pero eso se quedó ahí. Cuando empecé con el libro ‘Memoria Rota’, hablando con muchas personas de Rota y a través de su coautora, Mercedes Rodríguez, comencé a conocer anécdotas sobre agrupaciones y nombres del carnaval roteño que no conocía, como el de Salvador Bernal de la Huerta, que fue fusilado y fue el autor de una agrupación con un nombre tan reivindicativo como ‘Los defensores de la República’. Los Andrade también empiezan a abrirme algunas puertas, y tras publicarse el libro de historia en 2009, veo que empieza a haber material sobre un libro del carnaval de Rota, y ya en 2010, se une el interés de la Fundación Zoilo Ruiz Mateos por hacer ese mismo trabajo. Se iniciaron las negociaciones para hacerlo, pero al desaparecer la Fundación éso se queda en el aire. Yo ya había comenzado a trabajar en él, y al tenerlo todo el trabajo de documentación y archivístico hecho, me planteo si seguir adelante o dejarlo para siempre. Este verano decido ponerme a ello, con la autorización de mi mujer, porque el tiempo que le he robado ha sido para el libro... y así lo hice.En principio había pensado quedarme en los años 80, cuando ya el carnaval pasa a ser regular, pero al recibir más y más información me fue picando la curiosidad... cuando me di cuenta, tras hablar con colaboradores como Rafa Chacón o Ani Barba, y pasarme fotografías, libretos... no podía dejar de contar la historia del famoso cuarteto de Rota, ni la del Coro de Antoñín, y me animé a llegar hasta casi la actualidad.Nunca imaginé que me iba a embarcar en una empresa tan titánica, iba encontrando cosas que fueron pequeñas alegrías, como libretos sujetos a la censura franquista, pequeñas joyas literarias... y fui conformando un recorrido cronológico que hasta a mi me ha sorprendido.

¿Has sido capaz de reflejar en la obra todo lo que había sobre el carnaval de Rota o daba para otro libro?

—Tampoco había tanto. A partir de los años 80 sí que he tenido que seleccionar mucho porque cada año había más agrupaciones, hasta 21 que hubo en 2011, así que he seleccionado letras que hablan de la historia de Rota, acontecimientos históricos. Por ejemplo, la primera letra que trata algo así data del año 1872, sobre el cierre del convento de la Merced, o cuando se instaló la Base Naval en 1953, o el primer chalet que se construye en Rota, en 1893, el chalet de Juana Ferrer pegado al Balneario... he tratado de dar el valor histórico de las letras. Ése es el hilo conductor de la obra. Ya al entrar la democracia encontramos casos como  un intento de denuncia por parte de Fernando Tejedor, que demuestra la inmadurez democrática de la transición, ya que aún no se entendía bien la crítica política en el carnaval, o la letra en la que se hablaba de la supuesta cuadra que construyó Felipe Benitez y que luego resultaron ser unos cuartos de baño... el carnaval se hizo eco de esas cosas, como la llegada de Domingo Sánchez Rizo a la alcaldía, el cambio con Lorenzo, etc.

En tu investigación has podido revisar y comparar letras de años atrás y más actuales. ¿Crees que se ha perdido la capacidad de reivindicar en carnaval, o sigue intacta?

—Esa capacidad sigue igual, pero lo que sí se ha perdido y es algo que se veía en una época muy bonita que se ve reflejada en el libro para las letras del carnaval, era cuando durante el franquismo los autores se enfrentaban a la censura. Ahora lo que hay es autocensura, porque con la democracia llegó la libertad de expresión y cada autor se expresa hasta donde cree que debe hacerlo, pero si ves libretos de la época de Franco, ves como los autores intentan decir y dicen cosas, pero como tienen que pasar por el lápiz rojo de la censura, tienen que hacer uso de la ironía, el doble sentido... palabras que el público supiera por donde iban pero que superase el filtro. Ahora hay libertad total y puede uno decir cualquier cosa sin miedo. Letras reivindicativas ha habido siempre, a mi siempre me gusta meter la pulla cada año. También es importante entender a cada agrupación en su contexto. En los felices años 20, la agrupación ‘Los Pierrots’ eran gente de la burguesía, sus disfraces eran de calidad alta, y sus letras eran muy patrióticas y afines al Régimen de Primo de Rivera, ya en época franquista todo es distinto, los disfraces son mucho más humildes y las letras hablan de lo que está sucediendo en el país... no solo son las letras, ves las fotos de la época y puedes ver cómo lo vivían.

¿Qué te ha impactado más a nivel personal durante todo este recorrido de investigación estos tres años?

—Sí, de hecho sí. Ahora el carnaval es una fiesta, por así decirlo, secundaria, pero viendo archivos y documentos antiguos se habla del carnaval como una seña de identidad del pueblo de Rota. Por ejemplo, en 1814 el Rey Fernando VII visita el municipio, (en periodo de la Pepa), y se publica un bando municipal en el que se dice que para satisfacer al monarca y para demostrar el folcklore típico de la localidad hubiese máscaras siguiendo al Rey, en mayo de 1814. Era carnaval, no faralaes ni otras vestimentas. Y quizás con el paso del tiempo no consideramos que Rota sea una localidad tan carnavalera, como es el caso de Chipiona, pero ya en 1911 hay dos agrupaciones roteñas que acuden al concurso del Falla, cuando por ejemplo el Puerto de Santa María no acude hasta 1914. Somos pioneros hasta en eso. Pero lo más llamativo es lo que he encontrado en 1605, el punto de partida de todo. No es una referencia directa al carnaval, pero se menciona. Gracias al cronista oficial de la Villa, Jose Antonio Martínez Ramos, consigo un documento del Archivo Nacional de Madrid, porque aparece la palabra “carnestolendas”, la palabra antigua que designaba el carnaval en contraposición a la cuaresma. En la fundación del convento de la Merced de los frailes Mercedarios, su cronista, Fray Juan San José escribe que en 1605 se realizan en Rota unas mortificaciones para pedir agua para el campo, y coincide que es la semana de carnaval, y el documento manuscrito, del que tengo copia, dice: “este año en vez de disfraces y naranjas por las calles, estaban todos en la procesión por las mortificaciones”. Esto indica que ya había carnaval en esa época. Lo de las naranjas lo descubrimos después, con la ayuda de Almudena Vicenti, del archivo municipal. Y es que al parecer una de las prácticas habituales del carnaval era gastar bromas, y se llenaban las cáscaras de naranja con polvos de talco o aceite, y se las arrojaban unos a otros por la calle. Era muy popular en el siglo XVII y XVIII.

El libro se presenta y se pone a la venta este sábado 19 en el Castillo de Luna. ¿Crees que tendrá buena acogida?

—De momento parece que todo el mundo está en predisposición positiva. El principal objetivo es crear conciencia sobre la historia de la fiesta y reivindicar a sus autores, como Salvador Bernal de la Huerta o Catuti, autores comprometidos, y que conozcamos la historia de un carnaval que tiene un prestigio y una base histórica que nace mucho antes de los ochenta como muchos creen. Es una crónica histórica de la Villa.

 

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