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Martes 19/11/2024
 
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Huelva

Lo siento, mi mujer no me deja

Una camionera onubense lleva casi dos años sin poder trabajar porque ningún hombre quiere (o puede) viajar con ella

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  • Cuando pudo trabajar -

Hay oficios tradicionalmente desempeñados por hombres y que, con casos como los de Guadalupe Sánchez Pérez, parecen condenados a la intransigencia de por vida. Guadalupe es camionera y tiene carné para poder conducir tráiler desde el año 2007. Pero su afán por trabajar en el gremio del transporte internacional lleva casi dos años chocando contra la pared del machismo, masculino y femenino.

Según relató este lunes a Viva Huelva Guadalupe Sánchez, los celos de las mujeres de los camioneros le pusieron freno desde el principio de su aventura en este oficio, pero durante tres temporadas logró trabajar en la campaña de la fresa con un conductor de nacionalidad polaca que no puso pegas a viajar con ella. Cabe aclarar en este punto que en los transportes internacionales tienen que ser dos los conductores que hagan el trayecto ante la premura que se exige en la entrega, y así poder hacer turnos en la conducción. Su trabajo con este conductor finalizó en junio de 2011, una vez que su compañero regresó a su país de origen. Y desde esa fecha, parada por celos.

“Llevo desde junio de 2011 buscando trabajo, pero me estoy llevando palos por todos sitios”. Entre los ejemplos concretos que Guadalupe expone en su queja pública, destaca el ocurrido con un empresario sevillano del transporte de tomates: “Me dijo que si me contrataba, su mujer lo echaría de casa”. Así las cosas, intentó volver a trabajar con una empresa de Villanueva de los Castillejos con la que ya había trabajado, “pero ahora mismo el jefe no me coge el teléfono ni me responde a los mensajes”.  En otro caso, un chófer con el que contactó para iniciar un viaje juntos le dijo: “Como yo haga el viaje contigo, mi mujer me pone la maleta en la puerta”. Guadalupe creyó ver luz en su túnel laboral con una empresa de Moguer, pero su gozo cayó de nuevo en el pozo: “Encontré a un chófer al que no le importaba viajar conmigo, y su mujer no le había puesto ninguna pega, pero el jefe de la empresa no quiso contratarme porque podía haber problemas si tenía que viajar con otro chófer”.

Pero ahí no queda la cosa para esta madre soltera, a quien su pareja anterior la dejó por sacarse los carnés para poder conducir tráiler. Ella lo tiene claro: “Soy madre soltera, y me saqué los carnés para poder ganar como un hombre. Además, mi padre, mi tío y mi primo han trabajado de camioneros, y a mí siempre me ha gustado, pero no me dejan”. Y en las nuevas empresas a las que está llevando su currículum vitae, otro choque con los tópicos: “Me miran raro, me preguntan que si el trabajo lo busco para mí, y yo creo que ni lo miran”.

“La cosa sé que está difícil, pero para mí está aún peor”, lamenta esta camionera onubense que comenzó en este gremio trabajando para fábricas onubenses, hasta que la cosa se vino abajo y trató de ganarse la vida en el transporte internacional. Esos viajes pueden tener una duración de unos siete días si se trata de la fresa, y de unas tres semanas si lo que se transporta son naranjas. Demasiado tiempo para las mentes celosas e inseguras de las mujeres de muchos camioneros que se niegan a trabajar con Guadalupe: “Yo, personalmente, si no confiara en mi pareja, directamente no estaría con él”, reflexiona la afectada, quien matiza que las celosas mujeres de sus posibles compañeros de trabajo “deberían entender que mi marido también se queda aquí”.

Ella seguirá luchando: “No estoy trabajando por ser mujer, y si fuera fea o difícil de ver seguro que tendría trabajo”, bromea una camionera que no quiere que su viaje sea hacia ninguna parte: “Pido por favor a alguien que me dé una oportunidad, porque, simplemente, quiero trabajar en lo que me gusta”.
Y mientras llega esa oportunidad, Guadalupe lleva desde junio de 2011 sin trabajo por el machismo, masculino y femenino,  y chocando una y otra vez  con la imagen más retrógrada de una sociedad que se empeña en no avanzar hacia la tan mediática igualdad, dando de lado a una mujer que tan sólo quiere tener su sitio en un gremio que, por más que algunos y algunas así lo crean, no es propiedad exclusiva de los hombres.

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