Cualquier trabajador que vea peligrar su puesto de trabajo tiene derecho a realizar cuantas actuaciones considere oportunas para mantenerlo, tanto a título individual como colectivo, máxime en estos tiempos en los que perder un puesto de trabajo es mucho más que perder el sustento porque en muchos casos supone una muerte civil ante la falta de oportunidades.
Los trabajadores de las clínicas de la empresa Pascual y Pascual SA se han echado a la calle precisamente temiendo perder el puesto de trabajo, quizá no porque su empresa cierre y vayan todos a la calle, sino porque los propietarios reduzcan las plantillas para no reducir beneficios.
Hasta ahí todo correcto y esos trabajadores sin duda que van a encontrar el respaldo de la ciudadanía de sus zonas de actuación se esté de acuerdo o no con el sistema emprendido por la Junta de Andalucía hace muchos años de concertar camas en vez de crear infraestructuras. Precisamente el que emprendieron algunos de los altos cargos de Pascual y Pascual SA cuando eran altos cargos del Servicio Andaluz de Salud pasando luego a la empresa privada beneficiada.
Pero en lo que se equivocan es al incluir en la pancarta principal de las manifestaciones el nombre de San Fernando y hacerlo en un tono que se puede interpretar como peyorativo y así lo han interpretado muchos de los isleños que lo han dejado plasmado en las páginas de nuestra edición digital.
Teófila no es quién para tratar de impedir que se cierre un hospital en Cádiz para abrir otro en San Fernando, lo mismo que al día de hoy la cuestión no es el Hospital de San Carlos. Y los trabajadores de Pascual tampoco quiénes para cuestionar las legítimas aspiraciones de un pueblo que lleva veinte años luchando por lo que están a punto de conseguir.
