El Gobierno israelí sopesa dejar la Policía nacional, por primera vez, en manos de una mujer tras la ola de escándalos sexuales y de corrupción que sacude a ese cuerpo de seguridad, que en el último año se han llevado por delante a una decena de sus mandos más altos.
"Al paso que vamos no va a quedar un sólo comisario", dijo a Efe un agente retirado tras conocerse esta semana el último caso de acoso sexual que sacude las filas de la Policía israelí.
Las sospechas contra el comandante en jefe de uno de los distritos policiales han dejado boquiabierta a la ciudadanía, que no se explica cómo el órgano encargado de velar por la ley y el orden ha sucumbido en el último año a semejante cadena de escándalos.
El alto mando en cuestión era investigado desde octubre de 2014, pero sólo la semana pasada los miembros de la Unidad de Investigaciones Internas, organismo dependiente del Ministerio de Justicia, pudieron abrirse paso en el expediente gracias a la colaboración de las al menos cinco mujeres policía a las que presuntamente acosó.
Según el diario Yediot Aharonot, éstas se negaban a declarar por miedo a perder su empleo, pero el cese una semana antes -también por acoso sexual- del subjefe de la policía, comisario Nisim Mor, las convenció de que podían hablar sin temor.
"Cuando vieron que un alto oficial de la altura de Mor era tratado sin contemplaciones ni favoritismos, dejaron de tener miedo", dijo al diario un oficial involucrado en la investigación.
Mor, mano derecha del jefe de la Policía, Yohanán Danino, fue cesado por delitos sexuales contra nueve mujeres bajo su mando, en unos hechos que ni el mejor cine hollywoodiense podría haber inventado.
De los 18 comisarios de la Policía israelí, ocho están actualmente involucrados en todo tipo de escándalos, cinco de ellos por ofensas sexuales y el resto por presunta corrupción, soborno y tráfico de influencias.
Más abajo en la jerarquía policial, toda una serie de subcomisarios y altos oficiales también "empapelados" por denuncias de subordinadas con las que intentaron mantener relaciones en marcos laborales y fuera de ellos.
"Lo sabíamos y callamos", reconoció Hillel Partok, ex portavoz de la Policía y quien, en una columna en un medio local, afirma que la gravedad de la situación era conocida pero "justo en la Policía" no había un plan para luchar contra el acoso.
Por su parte, el agente retirado explicó a Efe que el servicio policial es por lo general "una profesión que incluye mucho roce de hombres y mujeres en patrullas y fuera de casa, en todo tipo de eventos y hoteles, en horas nocturnas, y si no hay planes preventivos se producen este tipo de fenómenos indeseables".
En otro de los casos abiertos esta semana, el jefe de una comisaría del sur del país, casado y padre de dos hijos, acosó a tres subordinadas, una de ellas embarazada.
"Mi fantasía es tener relaciones sexuales con una embarazada", dijo a la agente según el testimonio de ésta que recogen los medios locales.
Otro comisario mantuvo el año pasado una relación voluntaria de amor con una agente, al parecer casada, por lo que renunció a su cargo para eludir una investigación contra ambos.
"El Ministerio de Seguridad Pública deberá investigar cómo es posible que semejante putrefacción moral se haya expandido por la Policía; cómo los mandos más altos que deben servir de ejemplo de ley y orden son investigados uno tras otro y cesados en medio de la vergüenza", dice el diario Yediot Aharonot al describir la situación.
El reputado columnista Dan Margalit, del diario Israel Hayom, sostiene sobre la cadena de escándalos que "la generación más veterana de la Policía nunca llegó a asumir los cambios" en las relaciones laborales modernas entre hombres y mujeres, como sí lo hizo el Ejército israelí, y por ello "ha sido borrada".
La imperante necesidad de "limpiar el establo", como sugieren los principales medios, ha cobrado una crucial importancia de cara a la prevista sustitución del actual jefe de la Policía, y no se descarta la posibilidad de que, por primera vez, el Gobierno israelí nombre a un mujer para el cargo.