Modelo ejemplar de empresa familiar en Jaén, Juan Arévalo, presidente del Grupo Ávolo, podría enorgullecerse de haber puesto en marcha la Ciudad del Automóvil en Jaén mucho antes de la Sanitaria y la de la Justicia, a pesar de haberse proyectado mucho después, pero de lo que sí se siente henchido de orgullo es de haber mantenido, junto a su esposa e hijos, cuarenta años al Grupo Ávolo en la vanguardia del sector del automovil en Jaén y haber superado con éxito el ascenso al Tourmalet que ha supuesto la crisis. “La permanencia merece un respeto”, afirma un empresario, que como apunta su hijo Oscar Arévalo, que lo acompaña en el desayuno de VIVA, ha querido y sabido devolver a Jaén el éxito obtenido.
Consciente de que cuarenta años dan para mucho y de que son pocos los que han conseguido mantenerse, sobre todo tras la tormenta perfecta de los últimos seis años, Juan Arévalo mantiene que la principal virtud del Grupo Ávolo es “formar y retener el talento”, aquí, en Jaén, una ciudad por la que apostó (nació en Villanueva de Córdoba), junto a su inseparable esposa, Begoña, natural de Bilbao y pilar fundamental de la empresa, hace años, abandonando ambos las multinacionales en las que trabajaban. La planificación a medio y largo plazo llevó al Grupo Ávolo a facturar el año pasado 60 millones de euros y conseguir equilibrar la cuenta de resultados. En 2014 vendieron 3.200 vehículos y su negocio representa el 30 por ciento del total de las ventas que se realizan en la provincia, generando más de 200 empleos. Como empresario siempre tuvo claro, y así lo ha trasladado a sus hijos y a sus trabajadores, que es el cliente el que paga las nóminas y los empresarios los que crean empleo. Tan claro como que son las administraciones y los políticos que están al frente de ellas, los que deben propiciar aquello que proclaman día a día. “Todos dicen todos los días que el principal objetivo es crear empleo, pero quienes lo creamos somos los empresarios y no vemos la actitud de apoyo por su parte”, lamenta Arévalo.
Independientemente de la paradoja o dicotomía que ello supone, el presidente de Ávolo cree que no se han hecho mal las cosas en estos 40 años, desde aquel 1964 en el que empezaron solo con SEAT. “Uno de los principales hitos ha sido ir incorporando nuevas marcas”, indica. Así, después llegaron Volkswagen, Audi, Nissan y más recientemente SKODA. Y siendo fiel a esa planificación de empresa familiar a medio y largo plazo, recientemente han dado el salto también a la provincia de Granada con las instalaciones de Nissan. Además, según explica Arévalo, están inmersos también en el mercado del vehículo de ocasión de calidad a través de Das Welt Auto, una nueva aventura que ofrece al cliente la máxima garantía y que no deja “a la suerte” el rendimiento del vehículo que se adquiere.
Planes Pive
Con el futuro bien encauzado y con el sector en plena recuperación, el empresario jienense de adopción, destaca la importancia de los Planes de Incentivos al Vehículo Eficiente (PIVE), que aunque reconoce que llegaron demasiado tarde, ya que por ejemplo Jaén perdió el 30 por ciento de la red de concesionarios que tenía antes de la crisis, han servido para amortiguar las pérdidas de los últimos años. “Con los planes gana todo el mundo: el Gobierno, los concesionarios y los ciudadanos que deciden adquirir un vehículo”.
A sus 70 años, Juan Arévalo piensa más más en sus nietos que en sus hijos para zafarse de la superstición de que las empresas familiares las levantan los padres, las continúan los hijos y las dilapidan los nietos. En este caso está convencido de que no será así y espera que el Grupo Ávolo siga siendo un referente empresarial en Jaén, una ciudad y una provincia que le ha dado todo y a la que Arévalo ha devuelto gran parte de su éxito. Por ello le duele la falta de inversión, la falta de compromiso con las infraestructuras de Jaén. Sonríe, no obstante, cuando se le pregunta si los jienenses tienen un problema con Jaén o es Jaén el que tiene un problema con los jienenses. “Debemos entender de una vez que no existe el maná, que somos nosotros los que tenemos que resolver los problemas y dejar de esperar que vengan de fuera a solucionarlos”, arguye Arévalo, que no quiere oir de discriminación positiva ni de subsidios más allá que como un tránsito, un paso entre un empleo y otro. “Debemos ser mucho más positivos”, añade.
Y no se trata de una frase hecha ni da la sensación, viendo el trabajo y la formación de sus hijos, de que haya predicado en el desierto durante estos 40 años. Juan Arévalo es un referente empresarial no solo en Jaén, sino en todo el país, con una de las empresas familiares mejor afianzadas al entorno que le rodea con cuatro pilares firmes que son su esposa y sus tres hijos y todo ello merece, respeto y reconocimiento.
“El parque empresarial está hecho y pagado, vamos a potenciarlo, ¿no?”
Juan Arévalo fue quizá uno de los primeros empresarios de Jaén que apostó por el parque empersarial ‘Nuevo Jaén’ del que es presidente. De hecho, no dudó en instalar allí la Ciudad del Automóvil. Pero no acompañaron las administraciones y en la actualidad, casi una década después de su puesta en servicio, solo hay instaladas 30 empresas, en las que trabajan 600 personas. “Está hecho y pagado, vamos a potenciarlo, ¿no?”, afirma Arévalo. Recientemente y tras un largo camino de reproches y denuncias exigiendo lo mismo que tienen otros núcleos industriales y empresariales, lo mismo que tienen otros trabajadores de la capital, el Ayuntamiento de Jaén y la empresa Castillo han dispuesto que el autobús urbano llegue hasta el parque empresarial. “Estoy convencido de que este año comenzará a despegar el parque, porque ya hay cierto movimiento, ya pregunta la gente por precios, por ubicaciones”, explica su presidente. Sin embargo, consciente de que el apoyo institucional y de las administraciones es necesario, espera que tanto Ayuntamiento como Diputación empujen con ellos en la misma dirección y propicien la llegada de empresas. “No hace falta que vengan de fuera, aquí hay muchas que ya están interesadas o que podrían estarlo”, añade.
Respecto a otros asuntos de la actualidad defiende la puesta en marcha del tranvía, si bien es consciente de la dificultad que ello supone. Sin embargo, lo que más le preocupa es que los políticos y las administraciones no sean capaces de sentarse y llegar a un acuerdo. Incisivo como siempre y sin que le duelan prendas, se muestra convencido de que la cultura que se ha instalado en nuestro país de los políticos como profesión, está haciendo mucho daño a la sociedad y al crecimiento de este país y de esta provincia. “Los políticos deben servir a la sociedad y no a los intereses propios o de sus partidos”, concluye Juan Arévalo.