La crisis política abierta en Portugal tras la caída de su Gobierno devuelve la "pelota" al tejado del jefe del Estado, Aníbal Cavaco Silva, responsable de decidir ahora cuál es la mejor solución para el país.
El papel del presidente recobra así protagonismo y sus movimientos son estos días escrutados al milímetro en suelo luso para intentar averiguar sus siguientes pasos, mientras el debate partidario se acalora y la división de opiniones entre la sociedad civil se agudiza.
El propio Cavaco Silva despierta amores y odios a partes iguales, y su popularidad continúa cayendo en picado sondeo tras sondeo, situándose en noviembre en -5,7 puntos, muy por debajo de todos los líderes partidarios, que al menos se mantienen en terreno positivo.
La Constitución no impone un límite de plazo para que el jefe del Estado tome una decisión, y es el primer ministro conservador derribado en el Parlamento, Pedro Passos Coelho, quien continúa en funciones al frente del Ejecutivo junto al resto de su equipo.
Los medios lusos especulan largamente con el calendario que está en mente del presidente, quien acaba de comenzar una amplia ronda de contactos con diferentes sectores de la sociedad, en la que hará una pausa el lunes y martes para realizar una visita al archipiélago de Madeira.
Por el momento, ya ha oído a todas las asociaciones patronales y a los principales sindicatos, y está previsto que extienda estas entrevistas personales a otras personalidades de diferentes ámbitos, así como a los representantes de los seis partidos con asiento en el Parlamento.
El semanario "Sol" ha apuntado a la semana del 25 de noviembre como la más probable para que Cavaco Silva anuncie su decisión.
Analistas y politólogos atribuyen el interés del presidente en reunir el mayor número posible de opiniones para poder presentar su elección ante la ciudadanía como el resultado de todos estos encuentros, y no como una cuestión meramente personal.
El jefe del Estado afronta el que ya es considerado como el momento más difícil de sus casi diez años de mandato -no puede presentarse a la reelección por agotar el máximo legal-, que expira a principios de 2016, cuando está prevista la realización de elecciones presidenciales.
Precisamente, la cercanía de esos comicios complica todavía más la ya de por sí enrevesada situación política del país, ya que impide celebrar elecciones legislativas anticipadas antes de junio de 2016.
A priori, los escenarios que analiza Cavaco Silva son tres. El considerado como más probable en Portugal es que entregue el Ejecutivo a los socialistas, que cuentan con mayoría en el Parlamento gracias a un acuerdo con la izquierda radical.
Sin embargo, la cadena de televisión lusa "SIC" revela que el jefe del Estado tiene dudas sobre la viabilidad del acuerdo entre socialistas, marxistas y comunistas, y que podría incluso exigir un pacto más profundo para permitir su ascenso al Gobierno.
La segunda alternativa es mantener a Passos Coelho en funciones hasta que pueda volver a convocarse una nueva cita con las urnas, y la tercera hipótesis pasa por impulsar un Ejecutivo de "iniciativa presidencial" compuesto por independientes procedentes de diferentes corrientes ideológicas.
Cavaco Silva, de 76 años, es considerado el adalid del conservadurismo portugués después de ser líder en la década de los 80 del Partido Social Demócrata (el mismo que ahora preside Passos Coelho) y de ejercer como primer ministro durante una década.
Estricto y de fuertes convicciones morales, el presidente -de formación economista- censuró de forma severa a los socialistas en repetidas ocasiones desde que accediera a la jefatura del Estado, en 2006, incluso cuando ocupaban el Gobierno con José Sócrates al frente (2005-2011).
Cavaco Silva obligó a revisar con su veto las leyes más polémicas aprobadas por los socialistas, como el matrimonio homosexual, el divorcio sin consentimiento mutuo o la despenalización del aborto, entre otras.
Ya con los conservadores en el Ejecutivo (2011), hizo varios llamamientos al consenso entre los principales partidos del país dada la delicada situación financiera de Portugal, que se encontraba entonces bajo el rescate financiero, aunque sin éxito.