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Huelva

“Voy a hablar de la Semana Santa que no vemos en la calle”

José Ángel González, pregonero de la Semana Santa 2016, recién concluido el texto que defenderá el próximo 13 de marzo, reflexiona en esta entrevista sobre diferentes aspectos de esta cita tan importante y sobre la Huelva cofrade de la que es parte esencial

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  • José Ángel González -

Con Dios por delante de todo, con la fe cristiana como eje de su mensaje y con la pasión cofrade como motivo de inspiración para el texto que marcará uno de los días más especiales de la vida de José Ángel González, periodista onubense que el próximo 13 de marzo, Domingo de Pasión, pregonará la Semana Santa de la capital onubense. Acaba de terminar la redacción que ha ido guardando en un ‘pendrive’ de un soldado imperial que le regaló José Antonio Vieira, pregonero de 2014 y seguro que no tendrá problemas para que la fuerza le acompañe.

¿Cómo va la redacción del pregón?
–Ha ido evolucionando, y hablo de evolución porque así  lo he vivido durante este tiempo.  Ha tenido sus fases, lo he iniciado hasta en cuatro ocasiones. El pregón ha tenido como vida propia, hemos ido los dos de la mano. Lo terminé de escribir este domingo, día de San Valentín y digamos que cerré la pareja de hecho que he creado con él durante estos meses, una relación que espero que a partir de ahora me dé muchas alegrías, porque durante este tiempo, como en toda pareja, ha habido buenos y malos momentos. En los próximos días, lo leeré con detenimiento y lo compartiré con mis seres más allegados antes de entregarlo definitivamente al Consejo de Hermandades.

¿En qué medida influye lo que se diga en un pregón en el desarrollo de la Semana Santa, de la Huelva cofrade?
–Pienso que el pregón tiene una trascendencia mínima en cuanto al desarrollo de la Semana Santa. No lo encaro como una cita clave ni súper importante. Aquí lo verdaderamente importante son las hermandades y es la Semana Santa, y mi papel como pregonero es calmar un poco la ansiedad de los cofrades que a falta de una semana están deseando echarse a la calle. Ahora, desde el punto de vista personal le doy una gran importancia, lo calificaría como una cita bonita, entrañable, responsable porque soy el altavoz de nuestra Semana Santa. Voy a intentar empatizar con las emociones de quienes me van a escuchar y que seguramente las han sentido en algún momento de sus vidas como cofrades. Ese es mi reto.

Como hermano del Prendimiento y el Calvario, ¿el pregón va a tener especiales alusiones a estas hermandades o va a intentar quedar bien con las 25?
–No va a ser el pregón que nombre a todas las hermandades por igual, ni voy a guionizarlo por salidas, ni voy a tratar la Semana Santa tomando como ejemplo cada una de las hermandades. Voy a hablar de la Semana Santa, de una Semana Santa que seguramente no es la que vemos en la calle. Hay unas partes ocultas que me gustaría resaltar. Pero está claro que mi hermandad del Prendimiento va a tener un protagonismo porque es la que me une a la Semana Santa.

¿Cuál es la Semana Santa que no vemos en la calle?
–La Semana Santa de la calle es importante porque es una fiesta para los cofrades y empatizamos especialmente con la ciudad, y de alguna manera hacemos catequesis. Pero además creo que hay una Semana Santa dentro de las casas, en las familias, en las capillas, en las casas de hermandad, y esto es fundamental para que lo sale a la calle sea algo más que una cabalgata que podríamos ver en cualquier otra expresión cultural.

¿Cree que hace falta ser religioso para ser ‘semanasantero’? ¿Conoce muchos ateos que se implican activamente en la Semana Santa?
–Por supuesto que existen las personas que están alejadas de la práctica de la religión y de la creencia y que participan de la Semana Santa, pero creo que hay dos caminos de los que intentaré hablar en el pregón. Uno es aquel que participa y sin querer comparte los valores, las acciones, el día a día de un cristiano sin reconocerse en ello; para mí esa persona tiene todos mis respetos, y las hermandades en ese sentido hacen un papel que quizá a la Iglesia por su estamento un poco más cerrado le es más difícil hacerlo. Hay una pequeña puerta abierta para que a esos ‘semanasanteros’ que no se identifican tan claramente con la Iglesia les cueste menos traspasar el umbral, y acaben participando en muchas de las cosas de la Iglesia que las hermandades pueden llevar a cabo. Y después hay otra parte de la que me alejo y creo que nos deberíamos de alejar todos y es aquella que toma como excusa algo que es sagrado con el simple propósito de disfrutar de lo estético, de lo cultural… sin tener en cuenta los sentimientos y las emociones. Creo que son los menos.

El postureo…
–Sí, el postureo. Creo que no hay mucho, pero el que practica el postureo lo divulga, y ante esta situación se puede tener la sensación de que son muchos y de que son mayoría. Son menos pero hacen mucho ruido, y ante eso creo que las hermandades deben reeducar ese postureo que existe y no entrar en el juego, porque muchas veces por conseguir un poco más de popularidad, de presencia, pues acaban entrando.

Volviendo al contenido y la forma del pregón, ¿sigue manteniendo su idea inicial de conjugar tradición y modernidad?
–Si te soy sincero, estéticamente es mucho menos vanguardista de lo que me gustaría por esa evolución de la que te hablaba al principio, porque al final uno como comunicador debe saber que si la gente no te entiende no has comunicado nada. Debes saber dónde estás, quién va a verte, el sitio donde es… No quiero decir con esto que vaya a hacer un pregón para la gente porque es mi pregón, pero sí que literariamente no es tan vanguardista como a mí al principio me hubiera gustado. Entiendo que la comunicación no es sólo la palabra, sino que hay algo más, y en ese sentido sí que tendrá algo de vanguardista, intentaré comunicar en momentos determinados utilizando otras armas, y en cuanto al mensaje se sale un poco del pregón clásico.

Entiendo que por muy vanguardista que se quiera ser hay puntos intocables, líneas rojas.
–Soy un gran defensor de las tradiciones porque creo que si estamos aquí más de 2.000 años después es porque se ha mantenido la tradición. Ahora, la tradición no tiene por qué ser inmovilista, deben mantenerse líneas rojas, y para mí la fundamental es poner a Dios por delante de todo lo que se va a decir. No puedo limitarme a hablar de estética y de  música. Todo eso tiene un sentido y un porqué. Hablar de Dios es hablar de las devociones, y tengo que hablar de la devoción de nuestros abuelos, de nuestros padres, y de lo que yo creo que es la responsabilidad de  los que nos sentimos cofrades y que es transmitir esa devoción a nuestros hijos. Transmitirla pero no imponerla jamás. 

¿Cree que una persona como yo, muy alejada de esta tradición, se divertiría en un pregón como el suyo?
–Sería muy osado por mi parte decir si te vas a divertir o no, pero creo que encontrarías puntos de interés que seguramente te provocarían emociones a favor o en contra, reflexionarías sobre algunas cuestiones y no sería una mañana perdida.

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