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Miércoles 27/11/2024
 

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El Padrenuestro

“¿Debe ser delito esa actitud? Delito conforme al Código Penal no, pero si un delito estético, una afrenta al buen gusto, al respeto a las creencias ajenas, a la natural convivencia de ideas y sentimientos contradictorias e incluso enfrentados”

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El Padrenuestro es la oración troncal de los cristianos, aquella donde se pide a Dios que venga a nosotros su reino y que se haga su voluntad así en la tierra como en el cielo, donde le pedimos perdón y nos comprometemos a perdonar a los que nos ofenden, etcétera.

Pues bien: con unas ganas visibles de molestar, de meter el dedo en el ojo, de hacer mofa y escarnio de cosas que para mucha gente son sagradas, una señora catalana, presentada como poeta, se ha inventado un Padrenuestro laico donde habla de santificar el coño, de  no sé qué de unos “fills de puta” y otras lindezas. La he visto en Internet, recitando su vaginal oración ante la división de opiniones del respetable. Quiero decir que recibió palmas y algunos pitos. Pitos de silbidos, entiéndanme.
¿Debe ser delito esa actitud? Delito conforme al Código Penal no, pero si un delito estético, una afrenta al buen gusto, al respeto a las creencias ajenas, a la natural convivencia de ideas y sentimientos contradictorias e incluso enfrentados. No es el primer ataque a la iglesia con el coño como estandarte. Recordarán ustedes esa procesión donde en vez de un Crucificado, un grupo de señoras paseaban un aparato sexual femenino, sin duda no Virgen.

En el fondo, y esto lo explica muy bien George Steiner en su libro “Notalgia de absolutos”, estas aguerridas señoras son más religiosas que sus congéneres de misa diaria. Añoran algo que no se tambalee, que tenga visos de eternidad, y se agarran a lo que por educación y cultura tienen más a mano, que es la religión. Lo que pasa es que a la religión hay que denostarla, dicen que por anticuada y fantasmagórica. Y se inventan esa religión laica, porque en realidad no pueden vivir sin los ritos que acercan a lo verdadero.

No. No son peligrosas socialmente y por tanto no deberíamos meter en esto a los Jueces. Lo que hay que denunciar es su mal gusto, su aparatoso deseo de ridiculizar aquello que realmente añoran. Son, si se para uno a pensarlo, más religiosas que la media nacional.
Estamos en Cuaresma, tiempo de recogimiento. No nos viene mal a ninguno, y desde luego a estas señoras les vendría muy bien también, meditar sobre el sentido de nuestra vida, sobre la ineludible muerte, sobre el amor que nos salva de ella. Meditar sobre esa sed de absolutos que anida en el centro sagrado del ser humano y que lleva a algunas personas a estos actos lamentables. Pero en el fondo no son malas personas. Son más católicas que usted y que yo.

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