¿Cuánto vale la palabra? ¿Alguien ofrece hoy en día su palabra como un valor? A tenor de la experiencia pública, nada de nada. Lo peor es su contagio al mundo privado. Las generaciones actuales no usan términos como "te doy mi palabra”. Si alguien lo dijera recibiría de respuesta una enorme carcajada.
Muy curioso porque cuando nos comunicamos más que nunca, menos valor tienen las palabras. Los tuits y publicaciones de facebook vuelan por las redes dirigidos a nuestros ávidos ojos. Son materia fungible, fruto del momento y válidos sólo para un día o dos. Lo que hace que nadie se preocupe por ser boca chancla. Lo que se dice es fruto de un calentón y cada uno y cada una se despacha a gusto. Lo que no justifica la barbaridad.
¿Cuál es el espejo? ¿Los políticos se reflejan en la gente o la gente en los políticos? ¿Hemos convertido esto en una versión más del huevo y la gallina? Más quisieran, los representantes públicos empezaron antes y lo practican mucho más con total impunidad. Hoy rige más que nunca lo de Groucho Marx: “estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros” No hay más que fijarse en el cambio de rumbo de Casado después del fiasco de las elecciones. Pero no es rara avis, es lo común.
La labilidad de las palabras ha contribuido al florecimiento del bulo. El chisme se ha elevado a máxima potencia, porque la rapidez de difusión lo hace imparable. Claro que a cada uno lo suyo. Tu facebook sabe qué tipo de noticias te gustan, cuál es tu tendencia y te pasa lo que va a agradarte a ti y a tus amigos. Ya podrás arrojárselo al colega de distinta orientación que tiene los suyos preparados.
Me parecen excelentes los programas que tienen secciones de desmentimiento de bulos. En esta labor deben ser ecuánimes con unos y con otros. Necesitamos que se sepa que la verdad existe, que no hay verdades alternativas al gusto del consumidor. Porque este pensamiento está acabando con toda credibilidad y eso es muy peligroso. Empezamos a vivir una realidad virtual, donde lo que se hizo o se dijo, tiempo después es producto del ataque de la facción contraria mientras que la propia lo niega. La coherencia ha perdido toda su razón de ser, distorsionada y maquillada.
¿Sabe cada uno dónde está? Ayer los miembros de Vox de la lista jerezana se quejaban de falta de democracia interna en el partido. No sé qué les contestaría a esta cuestión su aclamado Primo de Rivera, pero podemos imaginarlo.