No se siente un héroe ni mucho menos, ni quiere protagonismo “porque hice lo que tenía que hacer”, pero sin su rápida intervención “en milésimas de segundo” igual hoy la señora mayor a la que asistió no podría contarlo por haber fallecido asfixiada. Joaquín Gallardo, de 31 años, es vigilante de seguridad del complejo Luz Shopping y el pasado miércoles cuando estaba desayunando con su madre sobre las 9.40 horas, empezó a escuchar “voces” y a ver a “gente alterada” unas mesas más adelante. Estaba fuera de servicio, pero ni se lo pensó. “Me acerqué y había una señora mayor que se atragantaba. Entre yo y los familiares la pusimos de espalda, pero al ver que seguía igual la puse en pie, la incliné un poco y le di golpes fuertes en la espalda y lo expulsó”, explica para referirse a la maniobra de Heimlich practicada, dando golpes interescapulares.
Al comprobar que la señora se encontraba bien, se apartó y volvió a su mesa. Desgraciadamente ya tiene experiencia con uno de sus hijos que se ha atragantado “un par de veces con caramelos”. Para él, lo más importante es que la mujer está bien y que su profesión también se conozca por acciones como esta. “Estamos formados, hacemos cursos, nos examinamos, cada vez somos más profesionales, y es bueno que se hable bien de la seguridad privada”.
