Este domingo estaré junto con muchas amigas y compañeras en la manifestación del Día Internacional de la Mujer, convencida de la necesidad que tiene la sociedad andaluza, y también la española, de conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres. Una igualdad que sólo será posible si contamos con la otra mitad de la naranja, los hombres. Un reto que no es propiedad de ninguna ideología ni de ningún partido político, porque nos afecta a todos, y que sólo lograremos con educación, diálogo y consenso.
No es consenso y diálogo, lo que estamos viviendo en Madrid. Más bien al contrario. La necesidad de pactos entre partidos en las cuestiones básicas, como es la educación o la violencia de género, o las pensiones, ha desaparecido. Vivimos una política nacional condicionada por un pacto de gobierno que hay que pagar. Tras la multiplicación de ministerios y el desmembramiento de competencias, se han procedido a las comparecencias, donde este Gobierno ha dejado clara su intención: Descomponer el País, favorecer la desigualdad en el territorio y perpetuarse en el poder a cualquier precio.
La ministra de Igualdad, Irene Montero, la que celebra su cumpleaños en el Ministerio como si estuviera allí reunida con una pandilla de amigos, acaba de presentar en el Consejo de Ministros la Ley integral por la protección de la libertad sexual, que también es conocida como la Ley del ‘sí es sí’. Por lo que sabemos, ya en el propio Gobierno le han echado para atrás el anteproyecto en varias ocasiones por los muchos problemas de inconstitucionalidad que puede tener. Ya lo iremos viendo durante el trámite parlamentario, y no será de extrañar que termine aprobándose porque para este Gobierno el cumplimiento de la Ley es secundario. Pero antes de llegar a eso, lo que tenemos claro es que por mucho que digan, en la práctica éste es un gobierno que genera desigualdad.
Asusta la concepción que tiene este Gobierno de las mujeres. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, nos ha incluido a las mujeres junto con los niños en el paquete de consumidores vulnerables. Esto es muy grave: no piensa que las mujeres estemos preparadas, igual que los hombres, piensa que somos más vulnerables, que somos como los niños. Ya hubo tiempos pasados en los que ocurría lo mismo, que las mujeres necesitábamos el consentimiento de los hombres hasta para abrir una cuenta en el banco, pero gracias a Dios ya hemos superado esos tiempos y no vamos a volver. No señor Garzón, no somos vulnerables. Somos justo lo contrario, valientes y capaces. No necesitamos que nos abran la puerta ni que nos cuiden, necesitamos las mismas oportunidades. Ni más ni menos.
El ministro de Cultura decía la semana pasada que iba a aumentar las ayudas a las películas dirigidas por mujeres porque eran difíciles. ¿Difíciles, ministro, también piensa como el ministro Garzón que las mujeres en lo artístico somos más vulnerables? Porque podría ponerle ejemplos de mujeres de arte en Andalucía hasta cansarme. Pero lo que es peor, lo que sí quieren hacer es dedicarle más ayudas a la diferencia entre territorio, ¿Veremos apoyo al cine catalán y al cine vasco? También la ministra de Educación, con una futura Ley excluyente y nada consensuada, le hacía sus guiños a Cataluña y al País Vasco. No podemos permitir, que, tras la lucha entre brecha salarial e igualdad de oportunidades, se abra una nueva brecha entre las desigualdades territoriales. Una mujer andaluza debe tener las mismas oportunidades que una mujer catalana o valenciana. Al gran reto de la desigualdad se le une la relacionada con los desequilibrios territoriales. Las mujeres andaluzas no queremos ser ni más ni menos que las mujeres del resto de España.
Quien piense que el próximo domingo sobra alguien en la manifestación donde las mujeres pedimos medidas eficaces de corresponsabilidad familiar, visibilidad de las mujeres en la sociedad y un acceso al mercado laboral igualitario, se equivoca. Sólo entre todos conseguiremos que las mujeres tengamos las mismas oportunidades que los hombres. Ni más, ni menos. ¡Te esperamos!
