Las evidencias científicas han revelado que las medidas no farmacológicas son imprescindibles para frenar la pandemia, pero también la trascendencia y utilidad de las nuevas tecnologías, y entre ellas la ingeniería de datos ("big data"), el "blockchain", la inteligencia artificial y la coctelera de internet.
Mascarillas, higiene personal, distancia y confinamientos para apoyar los cada vez más eficientes medicamentos y tratamientos mientras llega una vacuna eficaz y segura, por un lado; por el otro: captación masiva de información y datos para respaldar decisiones políticas y para establecer las mejores predicciones sobre la expansión de la pandemia o sobre el comportamiento y la evolución de la economía.
Las nuevas tecnologías (redes sociales o aplicaciones de móvil) están siendo utilizadas para generar millones de datos sobre movilidad, síntomas, rastreo de contactos y prevenir situaciones de riesgo, y varios organismos públicos se han sumado a proyectos de investigación basados en las infraestructuras de datos.
La Organización Mundial de la Salud y numerosos gobiernos y empresas tecnológicas de todo el mundo ha incorporado las sofisticadas tecnologías de "blockchain" ("cadena de bloques") para transmitir e intercambiar millones de datos relacionados con la pandemia de una forma muy precisa y prácticamente en tiempo real.
El Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación participa a través del Centro Nacional de Epidemiología y de la Escuela Nacional de Sanidad en un proyecto europeo de infraestructuras orientado a mejorar el manejo de datos de la población en relación con la pandemia causada por el coronavirus.
La iniciativa europea "Population Health Information Research Infraestructure" (PHIRI) pretende desarrollar sistemas informáticos y de computación que permitan a la comunidad investigadora aprovechar al máximo toda la información y los datos que se están generando.
El Centro Nacional de Epidemiología español lidera, junto a la Universidad de Lisboa, un programa para establecer una metodología común que permita evaluar el impacto de la pandemia, y la Escuela Nacional de Sanidad se centrará, en el marco de este proyecto internacional, en el impacto que la crisis sanitaria tiene sobre la salud mental de la población.
El proyecto europeo pretende fortalecer y mejorar el intercambio "fiable, seguro y equitativo" de datos para poner la información a disposición de los profesionales sanitarios, de los pacientes y de las autoridades políticas.
Fuentes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas consultadas por EFE han apuntado la posibilidad que las nuevas tecnologías ofrecen de aumentar la cantidad de información que recolectan las autoridades sanitarias y de disponer de millones de datos de una forma rápida, en ocasiones prácticamente en tiempo real.
Pero señalan también algunas limitaciones y barreras de las nuevas tecnologías y de las herramientas que permiten hacer una cosecha masiva de datos, y entre ellas que esos datos puedan contener errores o sesgos.
Según Marc Ginjaume, especialista en el análisis, procesamiento y segmentación de los datos, el "big data" y las modernas tecnologías que se utilizan para su estudio pueden ser uno de los grandes aliados para superar la crisis actual, aunque ha incidido en la importancia de asegurar la privacidad y la seguridad de los millones de datos que se están recolectando.
En declaraciones a EFE, ha observado que a nivel sanitario el rastreo de la ubicación de las personas permite conocer los puntos de mayor concentración de casos positivos y negativos, así como un seguimiento de los contactos, lo que facilita que se adopten medidas en tiempo real para evitar la propagación y poner el foco en los lugares donde existe un riesgo mayor.
Ginjaume, director para España y Latinoamérica de la multinacional tecnológica Zeotap, ha subrayado la importancia de que tanto las empresas como las instituciones hagan un uso correcto de la información, y de que trabajen siempre en un entorno "de control y consentimiento" por parte de los individuos.
Todas las empresas o instituciones que recopilan información "deben cumplir con el deber de informar al usuario y pedir consentimiento explícito para el uso de los datos", además de garantizar una "total transparencia" sobre la finalidad que persigue con esa recopilación de esos datos.
Ha recordado además que todos los datos que revelen el origen racial o étnico de una persona, las opiniones políticas o ideológicas, los datos genéticos, los biométricos o los referidos a la salud son considerados "especialmente sensibles" y que la legislación prohíbe a las empresas acceder y tratar ese tipo de información, ya que podría entrañar riesgos para los derechos y las libertades fundamentales.