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Jueves 02/05/2024
 

San Fernando

Fallece el torero Baldomero Ortega Domínguez a un mes para cumplir los 97 años de edad

Tremendamente humano y simpático su carrera se fraguó a lo largo de 35 años con su hermano Rafael y cerrando Francisco Ruiz Miguel, en el año 75.

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  • Baldomero (i) con su hermano Rafael Ortega. -

A falta de un mes para los 97, ha fallecido en San Fernando el decano de los toreros en la provincia de Cádiz, Baldomero Ortega Domínguez. Un apasionado del mundo del toro, al que amó y alabó hasta el último suspiro.

Tremendamente humano y simpático su carrera se fraguó a lo largo de 35 años, dando comienzo con su hermano Rafael y cerrando con el heredero de éste taurinamente hablando, Francisco Ruiz Miguel, en el año 75.

No era su mundo el traje de oro que en apenas ocho años desde sus comienzos cambió por el de plata. De novillero, desde el 47, llegó a torear en primeras plazas como Barcelona y Madrid, hasta que en el 52, en El Puerto una cornada le terminó de quitar el escaso valor que tenía en la cara del toro, así lo reconocía. Y de vuelta a la vaquería que era el sustento de la familia por la zona de Camposoto a ordeñar y limpiar.

Animado por su hermano, el maestro de maestros Rafael Ortega, compartió plazas como torero de plata a lo largo de diez años. Retirado el maestro, mantuvo la carrera con figuras de la talla de Gregorio Sánchez, con quien pasó de los cien festejos en una temporada; Francisco Rivera Paquirri, Luís Parra Jerezano” José Martínez Limeño hasta su retiro con Paquillo, así le llamaba a Ruiz Miguel. Como profesional fue excelente con el capote en la lidia, mientras con las banderillas lo pasaba mal. Fue sobrino del gran Rafael Ortega Cuco de Cádiz, banderillero ni más ni menos que de Juan Belmonte.  

Su otra pasión fueron los gallos, a los que les dedicaba principalmente la temporada de invierno exportando a distintos países de Sudamérica como Venezuela y Puerto Rico donde era un referente. Baldomero fue un hombre que dijo “vivió feliz” junto a su esposa Amparo y sus hijos, quien desde su casa en la Isla disfrutaba diariamente contemplando el monumento de su hermano Rafael, lo que le suponía un gran orgullo.

Para quienes le conocimos ha sido un placer y un honor compartir y disfrutar de sus charlas, anécdotas, de su simpatía, educación, saber estar y respetar como siempre hizo con su pasión, el mundo del toro. Se nos fue otro gran torero, Baldomero Ortega. Descanse en paz.

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