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Sábado 23/11/2024
 

En román paladino

Un año de nuestras vidas

Ahora,  la cogobernanza  de las autonomías hace que el combate sea compartido

Publicado: 16/03/2021 ·
09:34
· Actualizado: 16/03/2021 · 10:27
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  • Facultativos atienden a un paciente con Covid-19. -
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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Ha transcurrido un año del Estado de Alarma por el COVID19 y la batalla contra el virus continúa. La diferencia es que ahora hay esperanza. De la incredulidad y el  desconcierto se pasó al miedo y, al año,  se va acercando  la confianza en los remedios que procura la vacuna, aunque tarden. Y en los países pobres más. Se empezó sin mascarillas, sin guantes,  sin material quirúrgico, sin conocimiento del comportamiento del virus y ahora se tiene asegurado  el abastecimiento aunque al agotamiento de los que que han estado al frente de esta lucha es incontrovertible. Se precisan más médicos, enfermeros y auxiliares, mejor pagados y con  más medios. La sanidad pública se ha convertido en un  sólido pilar de nuestra seguridad y nuestra  democracia.  En medio, muchos miles de muertos, ensañándose  el virus especialmente en las residencias de mayores.

La ciudadanía dio la talla. Con unidad, con sacrificio, con aplausos a los héroes de la sanidad y a la entrega de los que atendían los servicios esenciales, con los educadores empeñados en la enseñanza, con los ERTEs como sistema de conservación parcial del empleo, con los autores musicales animando desde las redes con el idolatrado “Resistiré”. La solidaridad brotaba de los corazones de muchísima gente. Bien es verdad que algunos desaprensivos lo aprovecharon para distanciar  de los ciudadanos exageradamente los bancos, los centros de salud y las administraciones públicas.

La política estuvo tan desbordada como los ciudadanos en los primeros compases de la pandemia. Los fallos y los mensajes contradictorios de los que debían orientar las campañas antivirus lo demostraron.  Se impuso la necesidad de recortar libertades individuales. El escenario era insólito para los ciudadanos. En democracia liberales como las occidentales no se puede combatir la crisis de la misma forma que en los regímenes dictatoriales, como China, donde el control sobre la intimidad y la movilidad de las personas ni se discute. Tampoco el individualismo occidental es equivalente al  sentido comunitario oriental.  La unión  contra el virus duró poco. Se vio por la oposición como una oportunidad,  reiteradamente fallida,  para derrocar a un gobierno que consideró ilegítimo desde que resultó elegido. Ello ha significado un lastre que dio alas a los negacionistas. Ahora,  la cogobernanza  de las autonomías hace que el combate sea compartido y sólo los irresponsables hacen la guerra por su cuenta. ¡Salud!

 

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