La alarma continúa en la
barriada almeriense de Pescadería, donde los vecinos enfrentan una situación preocupante: el agua que fluye por sus grifos presenta niveles de
radioactividad que exceden los estándares de seguridad. En respuesta a esta crisis, la
Plataforma de Acción Ciudadana de Almería (P.A.C.A.) convocó a una conferencia liderada por el
Catedrático José María Calaforra, experto en Hidrogeología y Análisis de Aguas de la Universidad de Almería, para abordar este grave problema.
Según informa Nuevo Diario, la inquietud de la comunidad se ha intensificado ante la
escasez de información y la opacidad del Ayuntamiento de Almería. Esta falta de transparencia se hace evidente en la
ausencia de datos concretos sobre la calidad del agua en el
Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), salvo en casos aislados como Castell del Rey y La Joya, donde se ha declarado oficialmente que el agua no es apta para el consumo.
El profesor Calaforra expresó su
preocupación durante la conferencia, indicando que la única analítica disponible muestra que el agua supera el límite de radioactividad permitido de
0,1 mSv, alcanzando los
0,15 mSv. Esta situación se debe a la mezcla de agua desalada y el agua proveniente del Pozo de Bernal, que, a pesar de diluir la radioactividad, no logra reducirla por debajo de los límites seguros.
Según Calaforra, la radioactividad detectada se origina en las
"aguas fósiles" del Pozo de Bernal, que han estado en contacto con materiales radiactivos como el uranio, el torio y el radio durante milenios.
"No sabemos desde cuándo nos están llegando esas aguas", comentó, subrayando la urgencia de acceder a análisis detallados para comprender la magnitud del problema.
La situación afecta a
miles de vecinos, quienes dependen de suministros alternativos como cubas de agua, dado que no todos tienen acceso al agua desalada mezclada. La conferencia reveló la
profunda preocupación de los residentes no solo por la calidad del agua, sino también por las posibles
implicaciones para la salud, ya que la radioactividad puede tener efectos nocivos, especialmente a través de la ingestión.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un límite de
0,1 mSv de radioactividad en el agua potable, un estándar que actualmente no se cumple en Pescadería, lo que ha generado una
alarma generalizada entre los vecinos. Estos, junto a la P.A.C.A., exigen un mayor acceso a la información y la publicación de las analíticas de radioactividad de la última década para todas las redes de abastecimiento de la capital y sus barrios.