En el llamado paraje Balsa Seca, a escasos dos kilómetros de San Isidro, una de las pedanías con más presión demográfica de todo el campo de Níjar (Almería), se levanta el centro de día de Almería Acoge, un punto de “dignificación” para los inmigrantes que viven en este entorno en asentamientos y severas condiciones.
Se construyó en lo que antiguamente eran unas chiqueras, posteriormente rehabilitadas para su uso actual, y aunque la asociación Almería Acoge lo considera uno de sus grandes logros y un centro imprescindible, desde hace un par de años no cuenta con financiación de las instituciones.
“Es nuestra puerta de entrada a los asentamientos porque es un centro de referencia en la zona al que viene todo el mundo. A lo mejor no saben lo que es Almería Acoge, pero todo el mundo conoce las duchas y las lavadoras, y que es un sitio al que pueden acudir cuando necesitan algo”, dice a EFE Rafael Sánchez, el coordinador de este colectivo en la zona de Níjar.
Estas instalaciones son de uso compartido con la Fundación Cepaim y cuentan con un servicio de duchas individuales, nueve para hombres y dos para mujeres con sus respectivos aseos y lavabos.
También dispone el centro de un servicio de lavandería con cuatro lavadoras y una secadora, y servicio de acogida, información, orientación y apoyo a la inserción sociolaboral. Dentro de las instalaciones hay dos salas: una sirve de sala de espera con televisión, juegos y revistero, y la segunda para formación.
“Aquí encuentran un espacio en el que hay gente que les escucha, donde se les facilita algo tan básico como una ducha o una lavadora, y donde tienen un primer contacto sobre su situación administrativa y con los requisitos necesarios para mejorarlos. También damos clases de español y talleres, en función de los proyectos que tenemos”, aclara Sánchez.
Educación vial
Por ejemplo, una cuestión vital para una población que se mueve fundamentalmente en bicicleta o patinete por carreteras que “no son buenas” es la educación vial. “No hay iluminación, no hay arcenes… Así que les damos normas básicas e intentamos conseguirles materiales que reduzcan los peligros que tienen al desplazarse”, relata.
“Lo que intentamos es dignificar la vida de personas que viven en un entorno muy vulnerable, con muchos problemas, dificultades y barreras”, apostilla Sánchez, que concreta que sólo el año pasado atendieron a 900 migrantes, “aunque actuaciones se llevaron a cabo muchísimas más”, pues se pusieron en servicio 800 lavadoras, 500 duchas y 700 asesoramientos.
En los talleres también se incide en la figura del asilo, ya que entre los posibles beneficiarios “hay mucho desconocimiento” sobre este derecho. Numerosos migrantes procedentes de Mali u otros países con “conflictos graves” ignoran que pueden recurrir a esta figura.
El problema del padrón
Otro de los problemas es el de los empadronamientos: “Según la ley, hasta te puedes empadronar en un banco de la calle si demuestras que normalmente pernoctas en ese banco. Uno de los principales asesoramientos administrativos que hacemos en el centro de día es ayudar a que consigan este empadronamiento”, dice Sánchez.
Porque, sostiene, hay quien intenta lucrarse y cobrar hasta 2.000 euros por padrón y contrato de alquiler, de modo que en Almería Acoge los apoyan al redactar un documento “que muchas veces no entienden” y localizan por GPS las coordenadas de su chabola para averiguar su clasificación catastral. “Incluso añadimos en el expediente fotos de la puerta de la chabola”, subraya.
Además de todo esto, junto al centro de día se encuentra otro edificio que pertenece al proyecto Sadhana, un pequeño hogar de cuatro plazas. “Es una vivienda para trabajadores sin hogar. Proporciona un alojamiento temporal a gente con un trabajo esporádico y que se encuentra en situación de calle, que sirve como trampolín para que consigan una vivienda normalizada”, afirma.
“No queremos un estancamiento, que estén un año y luego vuelvan adonde están. Se hace un trabajo completo y global para encontrarles un salario más estable, un jefe que pueda regularizar su situación, y una vivienda. También se suelen crear redes. A veces conseguimos que gente que ha entrado por un lado y otra que lo ha hecho por otro, consigan algo juntos”, incide.
Y a unos metros, un pequeño invernadero de autoabastecimiento y el salón de usos múltiples de Almería Acoge o SUMA, un espacio que sirve de oficina pero que también acoge talleres. “Hemos hecho de todo: comidas de convivencia, rupturas de ayuno, celebrar la fiesta del cordero… Todo ello creando lazos para que salgan un poquito mejor”, concluye.