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Fiscalía rebaja a seis años la pena para el acusado de retener aislada cinco días a su pareja

El acusado ha mostrado conformidad ante el tribunal, que no ha declarado la firmeza de la sentencia en sala

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El fiscal ha resuelto modificar la acusación contra el joven de 29 años que enfrentaba penas de 14 años de prisión por agredir y mantener aislada en casa durante más de cinco días a su compañera sentimental y ha solicitado un total de cinco años y nueve meses de cárcel, además del pago de una multa de 18 meses a razón de tres euros al día y la prestación de 80 días de trabajos en beneficio de la comunidad.

   M.J.F.B., a quien le constan dos condenas en firme de 2006 y 2012 por lesiones y violencia habitual contra la mujer, ha mostrado conformidad antes del acto de juicio señalado este jueves ante la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Almería con la petición fiscal, que también ha contado con la anuencia de la acusación particular. No obstante, la presidenta del tribunal, la magistrada Társila Martínez, ha decidido no declarar la firmeza del acuerdo en sala.

   En concreto, el fiscal ha rebajado a 21 meses de cárcel la pena de dos años que solicitaba por un delito de violencia física y psíquica habitual en el ámbito familiar, de cinco a cuatro años por el delito de detención ilegal, mientras que ha sustituido los cinco delitos de lesiones en el ámbito de la violencia contra la mujer que le imputaba por un delito continuado por el que ha pedido la condena a 80 días de trabajo en beneficio de comunidad frente a los cinco años de cárcel que interesaba inicialmente.

  En lo que se refiere a las coacciones continuadas con la agravante de reincidencia, ha modificado la pena de dos años de prisión por la de 18 meses de multa con una cuota diaria de tres euros.

   M.J.F.B fue detenido en diciembre de 2012 en un amplio operativo policial acusado de retener y mantener aislada durante más de cinco días a su compañera sentimental, a quien habría atemorizado mediante continuas agresiones y a la que no dejó ir a trabajar ni contactar con su familia.

   La víctima, quien había iniciado la relación un mes antes, pudo ser rescatada por la Guardia Civil gracias a que, en un descuido de su presunto captor, se encontró con una amiga íntima a la que dijo: "¡Socorro!". Desde ese momento comenzó una intervención policial que dio lugar a la localización del acusado en la cama de su domicilio "abrazando a la mujer mientras esta temblaba aterrorizada".

   Según se recogía en el escrito de calificación provisional del Ministerio Público, el procesado inició una relación con la víctima en noviembre de 2012 y, desde su comienzo, la sometió a continuas agresiones y "controló todos sus movimientos" hasta el punto de "impedirle mantener relaciones personas y profesionales". Para este fin, usaba la intimidación, lo que provocó en su compañera "una sintomatología depresiva con un nivel muy alto de ansiedad y afectación de la autoestima".

   Detallaba el fiscal varios episodios de violencia y coacciones que se desarrollaron en la primera semana del mes de diciembre y que desencadenaron el arresto. Así, relataba que una noche, "para aislarla personalmente y controlar su comportamiento", rompió presuntamente todos los teléfonos móviles de su pareja y se deshizo de la tarjeta SIM. "Desde ese momento --remarca-- tan solo le permitía usar el manos libres de su teléfono para poder escuchar todas las conversaciones".

   Esa misma noche, M.J.F.B. la habría empujado contra el sofá del domicilio que compartían en Vícar (Almería) y, tras sentarse encima "para impedir que se moviera", habría comenzado a hacerle preguntas y a darle bofetadas si ella decidía no contestar. Al día siguiente, según el mismo escrito, el procesado "colocó un sillón delante de la puerta" para impedir que la víctima saliera de casa y, cuando ella inició un forcejeo para intentar hacerlo, comenzó presuntamente "a golpearla con piernas y manos al tiempo que le obligó a repetir varias veces una excusa creada por él para explicar lo ocurrido a familiares y amigos" de la mujer.

   Durante las jornadas siguientes, el Ministerio Público subrayaba que "mantuvo la presión, intimidación y agresión" a la víctima. "La golpeaba, le impedía que saliera del domicilio, y le acompañaba en cualquier actividad que hacía en el interior de la casa, sin dejarla a solas un instante y, así, impedir que pudiese pedir auxilio".

MACHETE Y PALO DE GRANDES DIMENSIONES

   El cese de la situación se produjo cuando, según recogía el escrito de acusación, M.J.F.B. le ordenó que fuese a su lugar de trabajo "para enfrentarse con su jefe". Para obligarle a hacerlo, le pegó hasta que le sangró por la nariz, por lo que tuvieron que volver al domicilio, donde "continuó extremando el celo". En el coche llevaba un machete y un palo de grandes dimensiones.

   Un día después de este episodio y obligada de nuevo a ir a la empresa para recuperar un turismo que ella solía utilizar, ambos se encontraron con una amiga y compañera. "Aprovechando un descuido del acusado, le pidió socorro y, desde ese momento, comenzó la intervención policial que culminó con su localización en su casa, en la cama y abrazando a la víctima, quien temblaba aterrorizada", sostenía

   El acceso al interior del inmueble tuvo que hacerse con ayuda de efectivos de bomberos ya que pese a llamar insistentemente y en repetidas ocasiones a la puerta, no recibían respuesta alguna. Ante las sospechas de la existencia de una situación de riesgo para la mujer, los agentes accedieron al domicilio por una ventana. El Ministerio Público interesaba además que el procesado indemnizase a su excompañera con 3.240 euros por los daños físicos y morales sufridos y que no pudiese acercarse a ella a menos de 500 metros.

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