En 1988, una joven de 26 años desconocida hasta entonces, llamada María del Monte Tejado Algaba, sacaba al mercado un disco de sevillanas que para siempre cambió su vida, gracias a unas sevillanas que llevaban la firma de un compositor tres años más joven que ella, Rafa González Serna, que hoy ha fallecido dejando atrás una estela de versatilidad en su trabajo.
Para María del Monte la vida cambió radicalmente el día que grabó aquel ‘Cántame’, igual para Rafa González Serna, cuya juventud no le restaba un ápice de sabiduría artística para sacar adelante retos como hacer que, poco después, a todo el que escuchaba su ‘Se te nota en la mirada’ se le quedase pegado el soniquete al oído sin poder evitarlo.
Eran los finales de los años 80 y principios de los 90, aquella época en la que se editaban más de cien discos de sevillanas al año, en la que Rafael González Serna comenzaba a ver que la composición tenía que ir más allá y la creación artística tenía que pasar por no sólo ser bueno, sino también ser original.
Aquel niño nacido en 1965 fue alumno del colegio sevillano San Francisco de Paula, y desde su casa en la Cuesta del Rosario fue creciendo conociendo todas las tradiciones de su ciudad, de su región, las que iba recogiendo en sus canciones o en sus innumerables pregones, cantando la devoción al Cristo de la Sentencia, de la Hermandad de la Macarena, aunque era cofrade por encima de miembro de una hermandad, por lo que era hermano del Gran Poder, Santa Cruz, La Redención, El Rocío de Sevilla y las Nieves de Santa María la Blanca.
Un hombre consagrado por y para el arte, firmó un antes y un después en los pregones de Sevilla, con el de su Semana Santa de 2016, alternando la música con su verbo de tal forma que son más de 500.000 veces las que se ha visto el pregón en las redes sociales, el mismo año que se colgaba del cuelo la Medalla de la Ciudad de Sevilla, en agradecimiento a su compromiso.
Su pregón fue el de un capataz ficticio que invitaba a oler a cera e incienso en la ciudad más cofrade del mundo, con una narración con un clímax constante, un recorrido por las calles de Sevilla con sus pasos acompañado de marchas como ‘Nuestro Padre Jesús’, ‘Esperanza Macarena’ o ‘Corpus Christi’.
Sin dejar nunca de trabajar, de crear y de emocionar, en mayo de 2011 le fue diagnosticado un cáncer linfático de grado 2, del que fue tratado a tiempo, luchando siete años contra la enfermedad con la ayuda de sus “ángeles de batas blancas”, como definía a sus médicos en Twitter.
Con el paso del tiempo la enfermedad parecía haber desaparecido, aunque le dejó muy delicado de salud, pero no quiso faltar a compromisos como el de encarnar al Rey Baltasar en la cabalgata de Sevilla de 2018, y mantuvo su actividad profesional siempre que pudo.
Tan enraizado estaba en la sociedad sevillana, que el autor del himno del centenario del Real Betis Balompié en 2007 ha recibido el pésame en las redes sociales de centenares de personas que tienen en su perfil el escudo del eterno rival, el Sevilla FC.
Ahora sus obras y pregones quedarán archivados para siempre, incluso los que no hizo, porque queda para el misterio, de momento, el texto preparado para los los actos para celebrar el 75 Aniversario del Cristo Yacente del Santo Entierro de Algeciras, donde en marzo iba a pronunciar la conferencia ‘El arte del pregonero’.