Desde que el mundo es mundo, han existido personas que han intentado demostrar que son de una determinada forma. Como si en ello les fuera la vida, hacen redoblados esfuerzos para que los demás valoremos ciertos aspectos que ellas consideran relevantes; su belleza externa o interna, su saber estar, su cultura, sus conocimientos en una determinada materia, etc…
Nada hay que objetar al respecto, si después su vida y, por ende, las decisiones que toma, van acorde con aquello que resalta. El problema viene cuando no existe concordancia entre lo que intenta parecer y lo que realmente es.
Desde hace algún tiempo, el líder del PP Mariano Rajoy, está intentando cambiar su imagen pública. A nadie que sea medianamente observador se le escapa que la suya, la natural, es excesivamente tosca. No pasa nada por ello, otros líderes también lo hace. Lo que ocurre, es que con el Sr. Rajoy, se han pasao de la raya sus asesores de imagen. Si bien no está mal que cuide su físico -todos y todas lo hacemos-, lo intentan situar en espacios que están fuera de contexto de lo que él representa. Y es que por mucho que intenten “centrarlo”, como dice Jorge Buccay “lo que es, es”.
La imagen aquella haciendo ‘queso payoyo’ -por cierto muy rico- más que aportarle, pienso que le restó. Y es que situarlo en plena sierra gaditana con carita de quien no ha roto un plato con todo lo que estaba cayendo -y lo que queda- con el caso Gürtell, no se lo cree -perdón- ni la madre que lo parió.
Yo pensaba que después de aquello quienes promueven, miman y cuidan estos detalles se habrían ido a su casa, pero hete aquí mi sorpresa, cuando hace unos días, vuelvo a verlo ataviado con “gorrito incluido”, cual si de Arguiñano se tratase, repartiendo comida a diestro y siniestro en un comedor social. No sé si peco de sinceridad, pero me pareció tan fuerte y tan triste que el líder de la oposición utilice a las personas más pobres para su propio beneficio, que aún hoy cuando lo recuerdo me ruborizo de ello.
Yo soy de los que pienso -mi muchos años de experiencia en lo social, así me lo aconsejan- que no tenemos derecho a utilizar el dolor y el sufrimiento de otras personas para, al igual que ocurre en este caso, labrarnos nuestra propia imagen. A no ser que el Sr. Rajoy -lo dudo- tenga a bien realizar esa labor como otros muchos y muchas voluntarios y voluntarias como una actividad más en su quehacer diario.
No son precisamente el Sr. Rajoy y su partido un ‘lecho de virtudes’ en políticas sociales más bien al contrario, huyen de ellas. De aquí precisamente ese intento burdo de potenciar su imagen ‘solidaria’.
Como les decía al principio, en este esfuerzo se evidencia precisamente la incoherencia de quien hace poco proponía que los ‘extranjeros’ que viniesen a España fuesen altos, rubios, ojos azules y extremadamente inteligentes. O que no les parecía bien la ayuda de 420 euros para quienes habían terminado el desempleo. O que tenemos que flexibilizar el mercado de trabajo, o sea -como dirían ellos- “abaratar el despido”. Y la última, insultar a todas las personas desempleadas de España realizando un video donde simulaba estar esperando su turno en una oficina de empleo. Para los carnavales Sr. Rajoy, todavía quedan algunas semanas.
Si quiere un consejo -creo que no me hará ni puñetero caso- le diría que no se metiese en charcos que no son los suyos, de lo contrario, todos diremos aquello de “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”". Y en este caso, parece claro.
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