El ocaso de las virtudes

Publicado: 06/11/2022
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

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empre hay actuar si se quiere que progrese el bienestar y el bien, controlando los impulsos y pasiones, porque la TEMPLANZA requiere esfuerzo
Hubo un tiempo en que el Ripalda era el ‘quijote’ religioso de las aulas y su lectura como la de aquel legendario hidalgo, se consideraba precisa, formativa y sabia. Para vivir es preciso, la vida así lo ha impuesto, alimentarse y nadie habla de esclava obligación, sino de felicidad gastronómica. Necesitamos el aire cada segundo de nuestra vida, pero no nos interesa saber nada sobre quién lo puso en tan enorme cuantía, para que no fuera causa de enfrentamiento fatal, si algo tan imprescindible, fuera como las cosechas, un volumen reducido.

Alguien - o grupos - con suficiente poder y moneda, poseído de una soberbia imperativa creyó, al ver que en el horizonte cielo y tierra parecen unirse y que en el vértice de una montaña el firmamento parece más cercano, que él - o ellos - podría alcanzar la tan ansiada morada celestial. La Babel, fue el primer ejemplo del intento de dominio absoluto, no solo del ser humano, al que esclavizan y confunden personajes enloquecidos por el poder que van acumulando, sino también de todo lo existente hasta entonces, incluido lo divino.  Es el primer golpe con intención de llegar al caos, que la FE recibe del incrédulo narcisista. Pero desde su inicio el homo sapiens cuando se erige en jefe del grupo, lo que le obliga a ser un administrador honrado, justo y defensor de cada uno de sus súbditos, en vez de ello, lo que lleva a cabo, es investirse con los títulos de rey, emperador, caudillo, dictador, o presidente con ánimo totalitario oculto. Los pueblos quedan subyugados ante un mando único, déspota y autócrata o una mayoría que cubre con el velo de la democracia sus tiranas intenciones. Se sigue soportando la construcción de torres de babel, porque los caminos han perdido la luz de la ESPERANZA de una verdadera igualdad y libertad.  Los diferentes ingresos vitales mínimos, sustitutivos de la CARIDAD, son felonías, si se piensa,, a través de ellos, en la papeleta del voto. Es la nueva teología que este siglo XXI, vapuleado en su principio por la virosis mutante, que ha servido de puerta y furgón, para la entrada de algunos en el compartimiento de las grandes fortunas.

Al “árbol de la ciencia del bien y del mal” debieron haberle puesto una empalizada, para que no hubiera sido posible el acceso al mismo o al menos haber dejado a pie del tronco un texto aclaratorio que nos hubiese permitido desde el inicio de las relaciones humanas, poder distinguir claramente entre lo que está bien y lo que está mal, pero se confió en que el ser humano sabría actuar consecuentemente, con PRUDENCIA e imparcialidad, utopía que nos ha llevado a este estado de relatividad, donde bondad o maldad, delito o virtud, se expenden en el mismo mostrador de la indiferencia. La sociedad ha quedado investida con el ropaje del dios Jano, el de las dos caras.  Por eso no se utiliza ante cualquier actividad o acontecimiento, la necesidad de pensar, para evitar riesgos o producir prejuicios innecesarios, que se evitan con el respeto a la vida, a la libertad, a la propiedad privada y a la integridad de los demás.

No se tiene el conocimiento necesario por ignorancia, negligencia o pereza - que las leyes educativas parecen alentar - que la JUSTICIA tiene sus raíces precisamente en la voluntad de querer el bien, lo bueno y ponerlo en obra, más que en el conocer o juzgar acerca del actuar. Nunca la hará más verdadera a la justicia, el número de leyes, sobre todo si el, o los, legisladores no tienen la capacidad suficiente o la imparcialidad necesaria, que hay que exigirle a su contenido. Adulterar este último por mor de resentimientos u odios, jamás debe consentirse. Pero a veces su aplicación parcial, es motivo de repulsa. Es por esto por lo que es muy necesario saber resistir ante las dificultades y caminos pedregosos que la vida diaria nos ofrece y nos llevan a estados de ansiedad o depresión con frecuencia, de progresión exponencial, siendo preciso estar siempre alerta para acometer, sin detenerse ante determinados peligros, a que prevalezca el bien, utilizando la constancia, la paciencia y altos puntos de mira, puntales de la FORTALEZA individual o de grupo.

Siempre hay actuar si se quiere que progrese el bienestar y el bien, controlando los impulsos y pasiones, porque la TEMPLANZA requiere esfuerzo y también hábito y puede destruirse por exceso o por defecto.

Tenía entre mis manos "FIN, mística y alma" un libro de poemas con aroma de cielo, que su autor, mi amigo Rafael Duarte va a presentar en fecha próxima y no sé por qué, me recordó el catecismo que memorice en mi infancia. Y recordé lo referente a las virtudes que hemos de tener. Tres teologales - fe, esperanza y caridad - y cuatro cardinales - prudencia, justicia, fortaleza y templanza -. Hablar hoy sobre esto, te expone a que te endosen vocablos ridiculos, cuando no, insultos, por la progresía existente, que ha arrinconado a la enseñanza religiosa en el proceso educativo, pero como decía Rubén Darío refiriéndose al diamante en un contundente poema: Aunque el diamante todo/se encuentre de fango lleno/el valor que lo hace bueno/no perderá ni un instgante/ y ha de ser siempre diamante/por mas que le manche el cieno. El Quijote, ahora que se quiere también denostar la figura de Miguel de Cervantes y el catecismo de Ripalda, aunque se pisen sus páginas, tienen tal potencia de grabación, que no se podrá borrar lo allí escrito.  Como tampoco este escrito tendría significación sin recordar estas -ahora en el ocaso - virtudes, cuya alba se nos antoja próxima.

 

    

 

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