Una época del cine español, acotada entre los años cincuenta y sesenta, podría definirse con el término de Azconiano en referencia al guionista recientemente fallecido Rafael Azcona (1926-2008), que ha acuñado uno de los principales especialistas en su obra, la periodista Maite Carpio.
“Azconiano significa contar la realidad desde el punto de vista del desencanto, pero con un gran sentido del humor que al propio Azcona le gustaba denominar sainete en vez de negro”, explicó Carpio a Efe antes de participar esta tarde en una mesa convocada por la 53 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
Ese humor, en ocasiones ironía y con frecuencia un sarcasmo lanzado contra la burguesía dominante en la España de la posguerra y del desarrollismo, “era una forma de distanciarse de la realidad y de reír con tristeza”, añadió esa doctora en Filosofía por la Universitá Cá Foscari de Venecia y licenciada en Periodismo por la Complutense de Madrid. En títulos como El pisito (1959) El cochecito (1960), Plácido (1961) y El verdugo (1963), el escritor riojano reflejó a través de sus personajes principales las limitaciones de la clases menos favorecidas de la época, “la tragedia de sus vidas cotidianas”, por lo cual “la única salida que tenían era la de reír de sus propias desgracias como víctimas del sistema que eran”.
Maite Carpio, habitual colaboradora de la RAI y de revistas literarias y cinematográficas del país transalpino, situó en la etapa italiana de Rafael Azcona -entre 1960 y 1970- su “consagración como guionista cinematográfico”, de la mano del productor y director Marco Ferreri (1928-1997), a quienes la 53 Seminci ha dedicado un ciclo de su prolífica relación: hasta 17 películas gestaron juntos.
“Se conocieron en el Madrid de 1956, adonde llegó un Ferreri fracasado como productor en su país y dedicado a la representación comercial de los objetivos Totalscope, la versión italiana del Cinemascope”, ha explicado la periodista y autora del libro Matrimonio a la italiana, que analiza la relación Azcona-Ferreri.
El italiano, después de leer la novela Los muertos no se tocan, nene, se fue a buscar a Rafael Azcona a la redacción de la revista satírica de La Codorniz, y se embarcaron en El pisito y en El cochecito, que dirigió Ferreri, y éste le propuso instalarse en Italia.
“Abandonó la España franquista y conoció la dolce vita de Roma, donde fue muy bien recibido como una especie de agradecimiento por haber sido uno de los pocos intelectuales de izquierdas españoles que no se había exiliado en París”, señaló Carpio.
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Acuñan el término ?Azconiano? para una época del cine español
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