El regalo de la sonrisa de un niño
Los más pequeños de la casa viven el día más especial disfrutando de los regalos dejados por los reyes
La casa del abuelo Antonio y la abuela Carmen toma un cariz diferente cada 6 de enero. La tradición de vivir allí la llegada de los regalos de reyes llena la vivienda de esta familia con todos los pequeños de la saga. Andrea, Pablo, Candela, Carmen y Leire disfrutan en la morada de los abuelos del día más mágico del año.
Después de una noche de inquietud, ilusión, misterio y espera, los regalos ya están aquí, y ha llegado la hora de descubrir si los magos de oriente han sido o no obedientes con las peticiones de los pequeños. Andrea, la pequeña más mayor ha recibido, entre otras cosas, algo que la hará volar y disfrutar los próximos días, y es que, con su hermano Pablo y sus padres, descubrirán la magia y la fantasía de Eurodysney. Además, a Pablo, el más inquieto de la pandilla, no se le borró la sonrisa en todo el día con los ‘gormiti’, los muñecos protagonistas de la serie televisiva del mismo título.
Candela no echó casi ni cuenta a nadie jugando con su nueva casa de muñecas. La pequeña Carmen, pendiente de todo, no podía parar de reír con su nuevo elefante que mueve las orejas a la vez que hace música. Y Leire, la tranquila, convirtió el pasillo de sus abuelos en el mejor circuito para poner a prueba su nueva bicicleta.
En esta casa, y en otras muchas, muchas, muchas, los Reyes cumplieron con el símbolo de la ilusión que mantiene viva a una tradición con la que todos, pequeños y no, volvemos a ser niños, al menos, por un día. A disfrutar se ha dicho.
Después de una noche de inquietud, ilusión, misterio y espera, los regalos ya están aquí, y ha llegado la hora de descubrir si los magos de oriente han sido o no obedientes con las peticiones de los pequeños. Andrea, la pequeña más mayor ha recibido, entre otras cosas, algo que la hará volar y disfrutar los próximos días, y es que, con su hermano Pablo y sus padres, descubrirán la magia y la fantasía de Eurodysney. Además, a Pablo, el más inquieto de la pandilla, no se le borró la sonrisa en todo el día con los ‘gormiti’, los muñecos protagonistas de la serie televisiva del mismo título.
Candela no echó casi ni cuenta a nadie jugando con su nueva casa de muñecas. La pequeña Carmen, pendiente de todo, no podía parar de reír con su nuevo elefante que mueve las orejas a la vez que hace música. Y Leire, la tranquila, convirtió el pasillo de sus abuelos en el mejor circuito para poner a prueba su nueva bicicleta.
En esta casa, y en otras muchas, muchas, muchas, los Reyes cumplieron con el símbolo de la ilusión que mantiene viva a una tradición con la que todos, pequeños y no, volvemos a ser niños, al menos, por un día. A disfrutar se ha dicho.
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