Todavía con el susto en el cuerpo a causa de los 81 regalos del Churruca unos meses antes, un pueblo decidió que su futuro pasaba por subirse a los lomos de los atunes, que habían marcado esa ruta como favorita.
Así pues, Barbate, que contaba entonces con poco más de ocho mil habitantes, inició los trámites para independizarse de Vejer. El 11 de marzo de 1938, en plena Guerra Civil, los barbateños iniciaban su andadura en solitario fiando su suerte a las capturas que pudieran conseguir del reino de Neptuno. Pero antes había que solucionar un problema nada sencillo, ya que se tuvo que cambiar de Patrona para no entrar en litigio con Vejer, que se quedó con la Virgen de la Oliva como soberana.
Recién terminada la guerra civil, la Virgen del Carmen hacía su primera procesión marítima por el río Barbate. Pero el clima seguía muy alterado, ya que, en septiembre de 1939, se inició la II Guerra Mundial.
Años más tarde, el pueblo fue obligado a adoptar un apellido del que costó décadas desprenderse. Pero, afortunadamente, ya se nos conoce solo por el nombre, sin ninguna coletilla añadida, porque Barbate solo debe ser de los barbateños y no de nadie más, mucho menos de un dictador.
Y así fueron pasando los años, con los peces acudiendo con docilidad a las redes de los pescadores locales para procurarles pan y prosperidad. De hecho, el pueblo ya había alcanzado la friolera de 23.000 habitantes.
Las que no se iban eran las puñeteras guerras, como la de Rusia y Estados Unidos que se retaban para dilucidar quién tenía los misiles más gordos.
Pero no todo eran malas noticias, porque la vida avanzaba y la historia se escribía, con acontecimientos como la revolución de 1968 o la llegada del hombre a la Luna.
Por su parte, Barbate seguía a lo suyo, pescando sin descanso hasta convertir su puerto en uno de los más importantes de España. Hasta que se llegó a 1974, un año crucial para el devenir de la localidad.
Marruecos endureció las condiciones para la pesca y eso lo notó el pueblo, que había dado un paso adelante al derribar las chabolas del Zapal, que dejó de ser una realidad para convertirse en una leyenda.
Cuando comenzó la decadencia de la pesca, el puto fantasma de la droga se estableció como vecino, provocando unas heridas que tardaron mucho tiempo en cicatrizar.
Y todavía seguimos ahí, señalados en las noticias más por lo malo que por lo bueno. Pero el navío barbateño sigue navegando, ya que el levante empuja sus velas. La gente que nos visita suele volver, y eso solo significa que por aquí encuentran cosas buenas, que son las que nos sobran.
Asegura Paulo Coelho en una de sus citas que “Dios esconde los fuegos del infierno dentro del paraíso”.
Quizá eso pueda explicar los desgraciados sucesos acaecidos el pasado mes de febrero, cuando unos auténticos demonios sembraron el terror en nuestro pueblo.
A causa de esto, las malas lenguas se pusieron de acuerdo para vilipendiar sin piedad a nuestro pueblo. Pero a palabras necias, oídos sordos.
Feliz cumpleaños Barbate, mi paraíso, porque, a tus 86 años, estás más guapo y joven que nunca.