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Viernes 05/07/2024
 

La fatal arrogancia

Los políticos miran por antojeras como los animales de carga y a veces se les escapa lo fundamental

Nadie podía esperarse hace tan solo unos días que el Presidente pudiera hacer una reforma de su gobierno tan a fondo como ha resultado, al menos yo. Por falta de información, claro, porque algo debía pasar por cada uno de los personajes sustituidos o por sus circunstancias que ha dado lugar al cambio. Él sin embargo lo ha negado hasta el último momento.

No quiero decir que esto sea arrogancia, en su derecho está de hacerlo y hacerlo como quiera, sino que uso este título de Hayek para ir a otras consideraciones. Supongo que es más que nada estrategia ante las próximas elecciones y, si es como dice buscando comunicadores que sepan vender lo que está haciendo el gobierno en orden al arreglo de los destrozos económicos y sociales de la crisis, está en su derecho pero me deja un tanto perplejo.

Le está cayendo encima un buen chaparrón al susodicho, que, tenga o no culpa de todo o de parte del desarreglo, está claro que a él corresponde poner remedio y contentar al personal. Con esta medida y según él, ha buscado predicadores antes que expertos, aunque no quita que sean las dos cosas, así lo esperaremos. El único 'vendido' que admitirá el votante es que se note con hechos porque nos coge a todos demasiado preocupados entre unas cosas y otras como para tragarnos buenas palabras.

Leo también que a la oposición le han dicho que se eche la siesta, así, hasta que llegue la hora, que cuanto más hable más estropeará el favor de la gente que sale huida de la gestión gubernativa. Reconozcamos que no hay una esperanza definitiva en ninguna de las partes y que todo anda pendiente de un hilo que puede dar una quiebra con cualquier vicisitud. Las encuestas no obstante le son muy favorables a la derecha y muy contrarias al Presidente que le echa coraje y se aplica a desbrozar el camino. Los canarios le han dado una mano, no es cosa nueva en esta democracia, y han sacado su puñado de la bolsa común.

Mientras tanto, ¿qué podremos hacer sino presenciar el espectáculo e ir recomponiendo nuestra decisión de voto? Algunos, que están acostumbrados a lo simple de antaño, se quejan sin razón porque toda esta panorámica con sus defectos se dirige hacia un horizonte de libertad aunque no sea perfecta. Ya sabemos que todo lo humano adolece de algo, pero tendremos que aceptarlo conforme viene y sacar pecho ante el riesgo de no salir satisfechos de los resultados. Lo mejor es esperar y dejar a cada cual con sus intereses, excepción hecha de los listillos que han aprovechado más de una vez el voto para dedicarse a sus pillerías.

El terrorismo tiene rancho aparte y un juicio exclusivo de condena porque ellos mismos se excluyen de lo pactado por el común y además no respetan la libertad ni aun la vida de los que se oponen a sus maquinaciones. Lo que maravilla es los años que han pasado sin que nadie cayera en la cuenta de apartarlos de las urnas. Los políticos miran por antojeras como los animales de carga y a veces se les escapa lo fundamental. Los partidos sirven a la democracia sin democracia, vaya contradicción. Nos niegan la entrada a muchos que pensamos que nadie puede exigirnos renunciar a nuestro pensamiento. Hay que tener unas tragaderas enormes para no sentirse ridículo de imponer ideas a los demás. La alienación deja en ellos pequeña a la que ya les da la vida en el trabajo y en la organización social. Pero no deben pensarlo así cuando aguantan o no deben tener un concepto muy alto del libre albedrío. Lo bueno que tiene esto es que cada cual con lo suyo.

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