450 años entre nosotros cumplía el Cristo de Burgos desde su capilla de la Iglesia de San Pedro. Esa efeméride le llevó hasta la Catedral donde celebraba la misa estacional por dicho aniversario.
El traslado de ida fue tan tranquilo como ágil. Un traslado cómodo con más público del que quizás se esperaba y al que quizás le falto algún acompañamiento musical en forma de coral o capilla, que hubiera puesto la guinda a una mañana magnánima.
Pasaron las horas y el Cristo de Burgos volvió a su Iglesia con un sol de justicia que no se veía sobre el Santísimo Cristo desde hace décadas. Una luz que le sentó especialmente bien tanto a la imagen como a la joya que es su paso, pudiendo contemplarlo con mayor facilidad de la que tenemos el Miércoles Santo.
El público, por su parte, estuvo presente en la procesión siempre y cuando hubiera sombra, viéndose algunas estampas en las que las aceras en las que daba el sol estaban prácticamente vacías. Sin embargo, no le faltó acompañamiento al Cristo de Burgos durante toda la procesión.
La nota musical y absolutamente excelsa la daba la Banda de Música ‘Maestro Tejera’, que acompañaba la vuelta del Santísimo Cristo con un repertorio solemne en el que se intercalaron marchas fúnebres con alguna que otra algo más clásica con tintes eucarísticos, teniendo en cuenta la semana en la que nos encontrábamos. ‘¡Miradlo en la Cruz!’ de David Hurtado fue la pieza más destacada, de estreno en las calles de Sevilla y que supone una de las grandes obras procesionales de la década.