La vida se me ha ido en una libreta, un montoncito de hojas cuadriculadas, tamaño folio, y encuadernadas con cartón y alambre. La perdí en un conocido centro comercial, el día mismo del sorteo de la Lotería de Navidad, con la que, por cierto, no obtuve ni un jodido reintegro, ¡vaya mala suerte la mía!, y desde entonces no me hallo. Bueno, eso de que no me hallo es un decir, porque hallarme, lo que se dice hallarme, no lo he logrado nunca, y sigo, pues, buscándome en este laberinto de la existencia con más de un minotauro suelto, sin alas y sin convicción por temor a eso, a encontrarme. Más bien no doy pie con bola. Menos mal que en el amor, hágasele justicia al dicho, me va de puta madre, que alguien dijo amar es sufrir, y en lo de sufrido a causa del corazón, no por afección cardíaca alguna, sino por asuntos del querer, a mí no hay quien me gane. Y no me quejo, que en el sufrimiento está el origen de toda sabiduría y ése es, al menos, el consuelo que me queda. Si la divina providencia lo dispone, o, en su defecto, el puro azar por el que tal vez se rijan las leyes del Universo, ¡vaya desilusión!, si así fuera, qué sinsentido, qué rollo, ¿no?, en unos años, medio calvo, ya casi lo estoy, y barrigoncete, pero convertido en sabio, y en sabio enamorado. Aunque, ¡ojo!, entendido el enamoramiento no como esa pasión la mayor parte de las veces divertida y emocionante, pero estúpida, por alguien del mismo sexo o del contrario, en la que muchos seres humanos solemos regodearnos, que más bien tiene que ver con la serotonina, sino como el modo interior de estar vivo y pasar por este mundo. Seguro que más de uno y de una me entiende. La vida, sí, se me ha ido en una libreta en la que había hecho un sinfín de anotaciones para proyectos literarios futuros que me tenían ilusionados y el percance de su extravío, precisamente en estas fechas que me deprimen, tanto si gasto como si no, me ha dejado algo tocado, al borde de la cordura, más de lo que ya lo estaba. Ruego a quien la haya encontrado tenga a bien devolverla poniéndose en contacto con servidor. Por fortuna, conservo la esperanza y también el entusiasmo, lo malo es que, tal vez deba ir pensando en probar la viagra, ya no se me pone tan dura como antes... La semana que viene hablaremos del gobierno... o de la oposición. Felices fiestas.