El fenómeno DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), también conocido como gota fría, ocurre cuando una masa de aire polar proveniente del norte de Europa se desplaza hacia el sur, en este caso hasta Valencia, a una altura de 7-9 kilómetros sobre el nivel del mar. Debido a que el mar aún conserva temperaturas agradables, se produce un fenómeno de evaporación que humedece el aire sobre el nivel del mar y lo hace ascender. Al llegar a la masa de aire frío, la humedad que asciende se enfría, y el vapor se convierte en agua, formando nubes muy cargadas de agua, esos nubarrones negros que aparecen en el cielo, pero en cantidades enormes. Estas nubes, desplazadas por el viento hacia la costa, descargan agua de manera torrencial en poco tiempo sobre las zonas costeras y terrestres. Ningún sistema de alcantarillado es capaz de evacuar tal cantidad de agua, por lo que comienzan las inundaciones, como ocurre, por mucho menos, en Barbate. Así, quedamos aislados debido a la inundación de carreteras, calles y caminos. El agua tiende a volver al mar por el camino más corto, que son los ríos y sus cauces; en la Comunidad Valenciana, perteneciente a la vertiente mediterránea, esta agua fluye naturalmente hacia el mar Mediterráneo, y aquellos riachuelos se convierten en ríos caudalosos que se desbordan e inundan todo lo que encuentran a su paso (casas, garajes, tiendas, locales, etc.), afectando a las poblaciones más cercanas a la costa, incluso si allí no ha llovido, lo que magnifica la catástrofe por el efecto sorpresa. A su paso, el agua arrastra también grandes cantidades de barro, ramas, vegetación, coches, enseres de las casas afectadas y escombros, lo que dificulta salir de las viviendas, tiendas, locales, garajes e incluso vehículos atrapados, donde sus ocupantes pueden llegar a ahogarse. En las casas, al intentar taponar la entrada de agua por debajo de las puertas para salvar objetos de valor y documentos, el agua se abre paso pese a nuestros esfuerzos, y comienza a aumentar el nivel del agua rápidamente. Lo que usamos para taponar la entrada del agua ahora impide nuestra salida. A esto se suma la entrada de barro, restos arrastrados por la corriente y ramas que pueden lesionarnos o atraparnos en medio de tanto descontrol, provocando una tragedia. Lo ideal es evitar construcciones cercanas a los ríos; recordemos que estamos muy cerca de la laguna de La Janda, que en su momento fue desecada, no se sabe con qué propósito, pero que el agua podría reclamar en cualquier momento, pues es su tendencia natural, y ocasionaría también una grave tragedia.
Los profesionales sanitarios tienen un papel muy importante en una situación como ésta, más allá de la atención a los heridos. Uno de los principales problemas es evitar epidemias e intoxicaciones debido a la contaminación del agua por barro, basura, y cadáveres de animales, que favorecen el desarrollo de microorganismos patógenos, apareciendo patologías como la leptospirosis, hepatitis A, tétanos, gastroenteritis y enfermedades transmitidas por mosquitos. Igualmente, se presentan problemas de salud mental tanto en los afectados como en los voluntarios y operativos, debido a fallecimientos y pérdidas de bienes, lo que puede derivar en enfermedades de larga duración provocando estrés y depresión. Una intervención temprana, cercana y adecuada de psicólogos es fundamental para evitar problemas psicológicos a largo plazo. La rápida actuación sanitaria y la movilización de voluntarios sanitarios han evitado la propagación de infecciones, siendo casos leves los que se han tratado habitualmente en Valencia, y se ha brindado una atención psicológica eficiente. Eso sí, pocos videos y selfies verán de médicos, enfermeros o psicólogos; nuestra labor va de la mano de nuestra profesión: somos médicos las 24 horas del día, los 365 días del año.