El abrepuños, el rompebarrigas y la colleja, un nombre curioso y una amenaza compartida

El abrepuños (centaurea kunkelii), el rompebarrigas menor (trisetum antonii-josephii), la colleja de serpentinas (Silene fernandezii) y la colleja menor (Silene mariana) son plantas que tienen en común su curioso nombre, pero también su condición de especies protegidas en Andalucía frente a la amenaza que padecen.

El 'Listado y Catálogo de flora y fauna silvestre amenazada, con presencia regular, en paso u ocasional en Andalucía' reúne a las especies más representativas y vulnerables de la comunidad e incluye casi trescientas especies de flora que requieren atención especial para garantizar su supervivencia.

Estas especies, muchas de ellas endémicas de Andalucía, son un reflejo de la riqueza biológica de la comunidad autónoma y, además, están profundamente ligadas a ecosistemas únicos que requieren de actuaciones para mitigar el impacto de diversas amenazas, ha informado este jueves la Junta en un comunicado.

El abrepuños, endémico de la Sierra de Gádor en Almería, destaca por sus llamativas flores amarillas y su adaptación a terrenos como bordes de caminos y taludes, pero esta capacidad de supervivencia está bajo amenaza constante.

Los trabajos de mejora de carreteras y la transformación de terrenos agrarios son los principales riesgos para esta especie, que cuenta con menos de 2.000 individuos confirmados en apenas cuatro kilómetros cuadrados de ocupación real.

A pesar de su fragilidad, su biología muestra estrategias fascinantes, como su capacidad de dispersión a través de hormigas, que transportan sus semillas gracias a un pequeño apéndice nutritivo.

Para su conservación se adoptan medidas como el almacenamiento de semillas en bancos de germoplasma y la creación de microrreservas específicas.

El rompebarrigas menor, exclusivo de Sierra Nevada, es una pequeña gramínea de no más de 20 centímetros que crece en grietas de roquedos entre los 2.700 y 3.150 metros de altitud.

Su nombre refleja la dureza del terreno que habita, caracterizado por contrastes térmicos extremos y suelos silíceos secos pero umbríos, y el turismo de montaña y la presión de herbívoros silvestres como la cabra montés representan amenazas significativas para esta especie, que apenas ocupa un kilómetro cuadrado.

Ha sido incluida en la red de seguimiento y conservación y se ha propuesto su propagación en viveros para reforzar sus poblaciones y la inclusión de su hábitat en figuras de protección europea.

La colleja de serpentinas, endémica de las sierras malagueñas con suelos de peridotitas, debe su nombre a las características serpentínicas del terreno donde vive.

Con menos de 800 individuos distribuidos en poblaciones fragmentadas, esta especie enfrenta desafíos como la presión ganadera, los incendios y las sequías agravadas por el cambio climático.

Parte de sus poblaciones se encuentran protegidas en los Parques Naturales de la Sierra de las Nieves y los Reales de Sierra Bermeja, y se han iniciado planes de conservación para mitigar las amenazas, que incluyen la creación de microrreservas y el control de la ganadería en áreas críticas​.

Más extendida, aunque igualmente vulnerable, la colleja menor crece en pastizales de suelos arenosos y bordes de caminos de varias provincias andaluzas.

Esta especie anual experimenta grandes fluctuaciones poblacionales debido a su dependencia del ciclo de lluvias, y los incendios y la pérdida de hábitat han reducido significativamente sus números, que se estiman en menos de 7.500 ejemplares en años óptimos.

También se hace un seguimiento detallado de esta planta, almacenando semillas en bancos de germoplasma para asegurar su preservación y promoviendo estudios sobre su biología reproductiva para comprender mejor las dinámicas de sus poblaciones.