La Audiencia Provincial de Almería ha condenado a once años de prisión a un hombre que obligó a una niña de once años, que era familiar de su pareja sentimental, a mantener relaciones sexuales en varias ocasiones en las que conseguía quedarse a solas con ella en el domicilio de la víctima.
El fallo, consultado por Europa Press y contra el que cabe recurso, condena al acusado por un delito continuado de agresión sexual por el que además le retira la patria potestad durante cinco años, lo inhabilita durante 16 años para trabajar con menores y le impone diez años de libertad vigilada así como el pago de una indemnización de 30.000 euros en favor de la víctima.
El tribunal de la Sección Tercera considera probado que desde finales de agosto de 2018, cuando el acusado contaba con 33 años de edad, aprovechó al menos dos ocasiones en las que se quedó a solas con la menor, de 11 años, para agredirla sexualmente.
Incide en que para conseguir su propósito el acusado se prevalió de su relación de superioridad sobre la niña, que familiar de su pareja sentimental y de la que, además, cuidaba de vez en cuando, lo que le facilitaba su acceso al domicilio y, por tanto, "la clandestinidad que necesitaba para abusar sexualmente" de ella. Esa misma relación familiar suponía una "manifiesta desventaja e imposibilidad de hacer frente al agresor" por parte de la menor.
Así, en una de las ocasiones, el hombre recogió con su coche a la menor para llevarla a la playa aunque en realidad la condujo a su domicilio con la excusa de que allí les esperaba otro familiar.
Una vez en la vivienda, el acusado se dirigió al salón donde bajó la persiana, se desnudó y se tumbó en el sofá mientras que la menor, quien se había percatado de que no había nadie más allí, estaba en la cocina bebiendo un vaso de agua.
Al entrar en la habitación, la menor fue sometida a tocamientos y a mantener relaciones, de modo que una vez que acabó, el hombre la obligó a que jurara "por su abuela" que no iba a contar nada a nadie.
En una segunda ocasión, la madre de la menor encargó al acusado que la llevara a casa de su tía, por lo que se dirigió a la vivienda. No obstante, y para "no quedarse a solas" con él, la menor bajó a la calle cuando vio desde el balcón que el acusado se aproximaba, toda vez que escondió las llaves bajo el felpudo de la vivienda.
El acusado, al que la víctima dijo que se había olvidado de las llaves, la obligó a ir a casa de otro familiar bajo la excusa de que había dejado conectados el ventilador y un televisor para que le dieran una copia de las llaves. Así, cuando las tuvo en su poder, la llevó al domicilio donde, tras entrar, cerró puertas y ventanas mientras que le decía "vamos a lo que vamos" para, acto seguido, volver a agredirla sexualmente.
El tribunal valoró al testimonio de la menor que, además, fue calificado como "creíble" por las psicólogas que la exploraron, quienes apuntaron que el relato de la niña era "coherente, consistente, proporcionando muchos detalles acerca de lo ocurrido", toda vez que sus respuestas emocionales, conductuales y fisiológicas era "compatibles con vivencias de abuso sexual".
Asimismo, desdeña que la denuncia de la menor se pueda amparar en algún tipo de represalia por que el acusado retirara el teléfono móvil a la menor por mantener "conversaciones con terceros inapropiadas" al resultar "inverosímil" que un relato como el ofrecido por la víctima se pueda mantener tantos años, toda vez que otra familiar de la menor también participó en la retirada del teléfono y contra ella no se ha dirigido ningún tipo de referencia negativa.