Tranvía: debate ciudadano
Hace unos meses, utilizando esta misma tribuna, manifesté mi opinión en torno al proyecto del tranvía para nuestra ciudad...
Hace unos meses, utilizando esta misma tribuna, manifesté mi opinión en torno al proyecto del tranvía para nuestra ciudad. Vaya por delante mi convicción de que todos los planes que se proyecten para nuestra ciudad son necesarios, sobre todo, teniendo en cuenta la innumerable ristra de promesas incumplidas que venimos padeciendo inveteradamente, Sin embargo, por una vez, no voy a seguir el dictado de aquél viejo refrán castellano: “Cuando viene el bien, mételo en tu casa”, porque precisamente, donde radica el principal motivo de divergencia es en considerar si éste bien que, a primera vista, parece reunir los requisitos necesarios para valorarlo como tal no terminará convirtiéndose en fuente de complicaciones de todo tipo, sobre todo, teniendo en cuenta al montante de la inversión a realizar, cuya virtualidad pasa por una necesaria aceptación general para su utilización y por la unánime convicción de que no generará más problemas de los que, en principio, soluciona. Para mi sorpresa, advierto una celeridad en la ejecución del proyecto no habitual en la generalidad de los planes que, hasta ahora, se nos han prometido (espero que no responda al pago de alguna deuda por algún compromiso político adquirido). Sin embargo es necesario centrar la atención en lo que, a mi criterio, constituye el núcleo central de este debate. Obviamente la estructura de la ciudad no se puede modificar. Atendiendo a sus posibilidades está planificado el tráfico que ha sido objeto de modificación, sin que se puedan apreciar mejoras, en varias ocasiones en los últimos años. La utilización innecesaria, en ocasiones, del vehículo propio y el ostensible incremento del parque originan necesariamente los problemas que venimos sufriendo a diario. La consiguiente reflexión inevitable debe pivotar en considerar si la implantación de este nuevo servicio público que conlleva la eliminación de las arterias básicas de, al menos, dos carriles del actual trazado de circulación, disuadirá al suficiente número de usuarios de vehículos privados para compensar el menor espacio disponible, o si, simplemente, se producirá un trasvase de los usuarios actuales del autobús, en las líneas que permita el tranvía, para la utilización de éste sin repercusión necesaria en la afluencia de vehículos privados. Para completar esta reflexión sería necesario contar con la opinión inexcusable de asociaciones varias como las de los taxistas, empresas de reparto, CES local, Confederación Empresarial, Cámara de Comercio, etc., sin olvidar las valiosísimas conclusiones que debe aportar la Policía Municipal. Espero que los ciudadanos podamos presentar las correspondientes alegaciones.
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