?Si de algo sirve socialmente el Carnaval es para mirar la vida con optimismo?
Antonio José Cabezas Reyes, autor de Carnaval
En sus letras es capaz de dar el pellizco que el amor merece, pegar la bofetada a más de una y dos miserias, conjugar humor y rebeldía, y adaptarse, con su grupo, a hacer de lo cotidiano el mejor punto de partida para la inspiración carnavalera. En la conversación que mantuvo con Viva Huelva, Antonio Cabezas (que se alimenta gracias a su trabajo como asesor fiscal y laboral) describe sus sensaciones tras el éxito de ‘La pandilla del Agromán’, pone en valor la filosofía que rodea al Carnaval bien tratado, y valora la salud de una fiesta que en Huelva puede presumir de tener a Cabezas entre sus autores.
¿En qué percibes que ha cambiado la dinámica, la filosofía y el quehacer del Carnaval en Huelva desde sus inicios?
– El Carnaval de Huelva se ha ido forjando, por mucho que hablemos de la influencia de Cádiz, con dos corrientes muy fuertes que han puesto los cimientos aquí, que son la de Punta Umbría y la de Isla Cristina. Gente como Roque, Manolo Correa..., que llegaban de Isla Cristina; yo venía de Punta Umbría; teníamos la referencia por proximidad, por cercanía, de la comparsa ‘La Tarantela’, de Francis Tinoco y Manuel Pérez Moreno, que era ya un comparsón por aquel entonces... Mi primer grupo lo saqué en el 1987, ‘Limpieza a domicilio’. Desde entonces, a nivel de lo que me preguntas, hemos madurado muchísimo. Cogimos esto con muchas ganas, pero con poco conocimiento de lo que es la filosofía de la fiesta. Después, entre que no hubo muy buena gestión por parte de los organizadores, y que realmente no habíamos entendido lo que era esto, pues se cayó mucha gente. Hubo una criba grandísima. Esta criba sirvió para que los supervivientes fueran los auténticos amantes del Carnaval, los que han sabido entender cómo es esto. Ahora se toma esto de forma mucho más relajada, y ese es el gran avance que yo veo en la fiesta. Que tú ganas, quedas quinto, quedas sexto, te quedas fuera... se acoge mucho mejor, y piensas, pues el año que viene a aprender de mis errores. Creo que ahí sí que hemos alcanzado la madurez.
Este año, nuevamente primer premio, ¿Con qué sensaciones lo estás digiriendo?
–Muy reconfortante para lo duro que ha sido el año. Siempre decía que recibiéramos esto de la mejor manera posible, y no porque nosotros tengamos ninguna crisis, es que esta crisis tiene que estar en todas las chirigotas, en todos los cuartos de ensayo. Por eso cuando actuamos en preliminares, y vemos que conectamos con el público, la satisfacción es tremenda. Es el año en que más valoro el premio, por lo difícil que ha sido todo.
¿Cómo te definirías en cuanto a tu manera de componer Carnaval?
–Resumiéndote mucho, sincero y consecuente. Cuando miro hacia atrás, de lo que más orgulloso me siento es de que he sido consecuente con lo que he dicho. Desde el año 1987, siempre he intentado plasmar en mis letras lo que realmente siento y realmente pienso.
A efectos prácticos, ¿para qué sirve lo que se compone y lo que se canta en Carnaval?
–En cuanto al mensaje, ojalá tuviera más trascendencia, pero sólo sirve para expresar de la forma más poética posible, con todas las connotaciones que tiene la poesía, nuestros sentimientos, nuestra forma de ver lo que ha sucedido durante el año, pero trascendencia social tiene poca. ¿Que una letra de Carnaval pueda hacer que algo cambie, por mucho que critiquemos y reprochemos? Me temo que no. Eso sí, que nos sirva al menos para ver la vida con optimismo, a dibujar una sonrisa a los malos tiempos que estamos pasando. Como manifestación artística, sí que es muy importante. Se ha escrito poesía, se ha compuesto música, se ha afinado, se ha diseñado un disfraz, se ha hecho un forillo, una puesta en escena... Cualquier persona que esté haciendo esto en lugar de otra cosa, está haciendo algo bueno para él, y para quien le rodea. La gente joven, si está aprendiendo a cantar, a escribir poesía, o a pintar un telón, está haciendo cosas que le van a enriquecer su vida en muchos más aspectos.
¿Habría que apostar por meter un poco más la filosofía de carnaval en la educación?
–Sí, pero bien, porque es un tema delicado, porque si lo hacemos mal es más grande el daño que lo que nos pueda reportar. Habernos acercado a la universidad ha sido importante. Es un testigo que debe recoger la próxima Fopac y en el que nos tenemos que comprometer todos. En cuanto a los colegios, quizá es un poco prematuro porque todavía tenemos mal cartel para muchos padres. Para que el Carnaval forme parte de la educación en los colegios, primero debemos mirarnos al espejo, y hacerlo atractivo, mostrar su parte cultural, y no la parte fea.
¿Cómo valoraría la salud del Carnaval Colombino a nivel de autoría, de implicación...?
–(Resopla)En cuanto a autoría, en la UCI. Es cierto que están llegando chavales con unos conceptos musicales impresionantes, que nos dan 40 vueltas a todos los de mi generación. Son chavales que han crecido viviéndolo y lo han mamado desde pequeñito. Hasta ahí perfecto. Estos grupos, como ‘Los futuristas’ o ‘Los colonistas’ nos han dejado tranquilos en el sentido de que hay componentes, hay directores, hay músicos... Pero autores no viene ni uno. Aquí el día que Manolo Fernández, Cristóbal, Jesuli, un servidor y algunos más digamos que lo dejamos, ¿quién viene por detrás? ¿Horacio Blanco? ¿Diego Ortiz? ¿Y quién más viene por detrás? Ninguno, y eso es un tema preocupante. Desde la Fopac se he estado poniendo la escuela de guitarra, de música, de carnaval, pero igual era necesario una de literatura, algo que incentive a la gente a escribir. Y, sobre todo, a los que aparezcan, vamos a mimarlos. Están empezando y no hay que irles a la yugular. Hay que dejarlos que se desarrollen, y mimarlos, sobre todo, a los autores, porque estamos en la UVI.
¿Cómo te posicionas en el eterno debate del carnaval de calle en Huelva?
–Yo lo intenté. Con mi grupo, con Fede y con algunos más. Intentamos centrarnos en la calle, pero qué va. Fue muy frustrante. No sólo porque no tuvimos la acogida de la población, sino porque los propios compañeros nos boicotearon. Pero bueno, si alguien viene con una idea maravillosa, y toca algún resorte que los demás no hayamos encontrado, pues perfecto, y si no, yo lo tengo como una batalla perdida. Ahora mismo tengo el concepto de que Huelva no es carnavalera. No somos capaces de propiciar un espacio en el que la gente se sienta cómoda. Cuidemos lo que tenemos, que es el concurso.
¿En qué percibes que ha cambiado la dinámica, la filosofía y el quehacer del Carnaval en Huelva desde sus inicios?
– El Carnaval de Huelva se ha ido forjando, por mucho que hablemos de la influencia de Cádiz, con dos corrientes muy fuertes que han puesto los cimientos aquí, que son la de Punta Umbría y la de Isla Cristina. Gente como Roque, Manolo Correa..., que llegaban de Isla Cristina; yo venía de Punta Umbría; teníamos la referencia por proximidad, por cercanía, de la comparsa ‘La Tarantela’, de Francis Tinoco y Manuel Pérez Moreno, que era ya un comparsón por aquel entonces... Mi primer grupo lo saqué en el 1987, ‘Limpieza a domicilio’. Desde entonces, a nivel de lo que me preguntas, hemos madurado muchísimo. Cogimos esto con muchas ganas, pero con poco conocimiento de lo que es la filosofía de la fiesta. Después, entre que no hubo muy buena gestión por parte de los organizadores, y que realmente no habíamos entendido lo que era esto, pues se cayó mucha gente. Hubo una criba grandísima. Esta criba sirvió para que los supervivientes fueran los auténticos amantes del Carnaval, los que han sabido entender cómo es esto. Ahora se toma esto de forma mucho más relajada, y ese es el gran avance que yo veo en la fiesta. Que tú ganas, quedas quinto, quedas sexto, te quedas fuera... se acoge mucho mejor, y piensas, pues el año que viene a aprender de mis errores. Creo que ahí sí que hemos alcanzado la madurez.
Este año, nuevamente primer premio, ¿Con qué sensaciones lo estás digiriendo?
–Muy reconfortante para lo duro que ha sido el año. Siempre decía que recibiéramos esto de la mejor manera posible, y no porque nosotros tengamos ninguna crisis, es que esta crisis tiene que estar en todas las chirigotas, en todos los cuartos de ensayo. Por eso cuando actuamos en preliminares, y vemos que conectamos con el público, la satisfacción es tremenda. Es el año en que más valoro el premio, por lo difícil que ha sido todo.
¿Cómo te definirías en cuanto a tu manera de componer Carnaval?
–Resumiéndote mucho, sincero y consecuente. Cuando miro hacia atrás, de lo que más orgulloso me siento es de que he sido consecuente con lo que he dicho. Desde el año 1987, siempre he intentado plasmar en mis letras lo que realmente siento y realmente pienso.
A efectos prácticos, ¿para qué sirve lo que se compone y lo que se canta en Carnaval?
–En cuanto al mensaje, ojalá tuviera más trascendencia, pero sólo sirve para expresar de la forma más poética posible, con todas las connotaciones que tiene la poesía, nuestros sentimientos, nuestra forma de ver lo que ha sucedido durante el año, pero trascendencia social tiene poca. ¿Que una letra de Carnaval pueda hacer que algo cambie, por mucho que critiquemos y reprochemos? Me temo que no. Eso sí, que nos sirva al menos para ver la vida con optimismo, a dibujar una sonrisa a los malos tiempos que estamos pasando. Como manifestación artística, sí que es muy importante. Se ha escrito poesía, se ha compuesto música, se ha afinado, se ha diseñado un disfraz, se ha hecho un forillo, una puesta en escena... Cualquier persona que esté haciendo esto en lugar de otra cosa, está haciendo algo bueno para él, y para quien le rodea. La gente joven, si está aprendiendo a cantar, a escribir poesía, o a pintar un telón, está haciendo cosas que le van a enriquecer su vida en muchos más aspectos.
¿Habría que apostar por meter un poco más la filosofía de carnaval en la educación?
–Sí, pero bien, porque es un tema delicado, porque si lo hacemos mal es más grande el daño que lo que nos pueda reportar. Habernos acercado a la universidad ha sido importante. Es un testigo que debe recoger la próxima Fopac y en el que nos tenemos que comprometer todos. En cuanto a los colegios, quizá es un poco prematuro porque todavía tenemos mal cartel para muchos padres. Para que el Carnaval forme parte de la educación en los colegios, primero debemos mirarnos al espejo, y hacerlo atractivo, mostrar su parte cultural, y no la parte fea.
¿Cómo valoraría la salud del Carnaval Colombino a nivel de autoría, de implicación...?
–(Resopla)En cuanto a autoría, en la UCI. Es cierto que están llegando chavales con unos conceptos musicales impresionantes, que nos dan 40 vueltas a todos los de mi generación. Son chavales que han crecido viviéndolo y lo han mamado desde pequeñito. Hasta ahí perfecto. Estos grupos, como ‘Los futuristas’ o ‘Los colonistas’ nos han dejado tranquilos en el sentido de que hay componentes, hay directores, hay músicos... Pero autores no viene ni uno. Aquí el día que Manolo Fernández, Cristóbal, Jesuli, un servidor y algunos más digamos que lo dejamos, ¿quién viene por detrás? ¿Horacio Blanco? ¿Diego Ortiz? ¿Y quién más viene por detrás? Ninguno, y eso es un tema preocupante. Desde la Fopac se he estado poniendo la escuela de guitarra, de música, de carnaval, pero igual era necesario una de literatura, algo que incentive a la gente a escribir. Y, sobre todo, a los que aparezcan, vamos a mimarlos. Están empezando y no hay que irles a la yugular. Hay que dejarlos que se desarrollen, y mimarlos, sobre todo, a los autores, porque estamos en la UVI.
¿Cómo te posicionas en el eterno debate del carnaval de calle en Huelva?
–Yo lo intenté. Con mi grupo, con Fede y con algunos más. Intentamos centrarnos en la calle, pero qué va. Fue muy frustrante. No sólo porque no tuvimos la acogida de la población, sino porque los propios compañeros nos boicotearon. Pero bueno, si alguien viene con una idea maravillosa, y toca algún resorte que los demás no hayamos encontrado, pues perfecto, y si no, yo lo tengo como una batalla perdida. Ahora mismo tengo el concepto de que Huelva no es carnavalera. No somos capaces de propiciar un espacio en el que la gente se sienta cómoda. Cuidemos lo que tenemos, que es el concurso.
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