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Curioso Empedernido

El elixir mágico

Era pan para hoy y hambre para mañana. Lo que se vendía como la gran solución para todos los problemas no dejaba de ser solo un placebo para contentar a ingenuos y crédulos...

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Era pan para hoy y hambre para mañana. Lo que se vendía como la gran solución para todos los problemas no dejaba de ser solo un placebo para contentar a ingenuos y crédulos de todo lo que se publicita con propiedades extraordinarias. Aquel producto había dado lugar a una gran estafa y era un síntoma más de la chapuza nacional.

Todos los días a todas horas, algunos de nuestros políticos se nos presentan como magos con poderes sobrenaturales que nos predican cómo acabar con la crisis a base de más ajustes y recortes, de más negar la realidad y más generar miedo, de menos contacto con la ciudadanía y sus problemas.

En el colmo del cinismo, emplean el truco y la formula exculpatoria del no hay mas remedio, con lo que cada paso que dan, invalidan la política como medio para mejorar la vida de las personas e intentan justificar los injustificable mediante engaños y triquiñuelas que no se creen ni ellos mismos.

Mientras los que pagan y los que no pueden hacerlo por que no cobran, sin esperanza en el futuro, no creen en nada de lo que les digan los políticos y sueñan con un elixir mágico que les devuelva el arte de ilusionarse y confiar en que hay una salida para lo que es un sufrimiento y un sin vivir diario entre el caos y la catástrofe.

Para colmo, el Gobierno de don Mariano Rajoy, en su política de recortes había dado un fuerte tijeretazo a la investigación, la innovación y el desarrollo, con lo que la posibilidad de conseguir el milagro que resuelva la manera  de salir del laberinto en el que nos encontrábamos, se esfumaba como por arte de magia.

Además, con toda la mala intención, el poder financiero iba dejando caer todo lo que pudiera ser una contestación o una alternativa al gana más y no mires a quién, y con esa filosofía de sin piedad y corazón las cosas nos van mejor, ya que los que más tienen tendrán más y los que menos serán más pobres.

Estábamos asistiendo a la soledad más triste del mundo en la que cada vez más trabajadores perdían sus empleos, más familias eran desahuciadas de sus viviendas, perdían sus derechos a una sanidad y una educación públicas de calidad o si eran mayores o padecían alguna discapacidad veían disminuidas las posibilidades de una atención adecuada.

Veíamos con dolor e indignación cómo cada día más gente se alimentaba de lo que recogía en los contenedores, cómo nadie se fiaba de nadie, cómo la doble cara de muchos personajes que vivían una vida de lujo y despilfarro los volvía ciegos, sordos y mudos, incapaces de ser sensibles ante la dura realidad de quienes lo estaban pasando muy mal.

Quizás la clave de este despropósito, aunque la busquemos con ansiedad fuera, esté dentro de nosotros, esperando que saquemos el mago de nuestra lámpara de Aladino, para que seamos capaces de fabricar nuevas ideas para estos nuevos tiempos en los que las viejas fórmulas han fracasado.

No podemos echar  el cierre a lo nuevo y distinto, no podemos ni debemos encerrarnos en ese círculo infernal que no nos permite descubrir cuál es el elixir mágico al que podemos recurrir en cada momento.

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