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Miércoles 27/11/2024
 
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Al perro viejo sólo le salen pulgas

La agencia de calificaciones Moody's prepara una rebaja de la calificación crediticia española. Hace unas semanas ya lo hizo Standard and Poor's...

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La agencia de calificaciones Moody's prepara una rebaja de la calificación crediticia española. Hace unas semanas ya lo hizo Standard and Poor's. La pérdida de confianza en la economía española crece a marchas forzadas y eso se traduce en que la financiación que obtendremos del exterior será mucho más escasa y mucho más cara. El Gobierno, las empresas y las familias se seguirán enfrentado a un escenario de restricción crediticia muy intenso que incluso se acentuará en los próximos meses cuando, como ha anunciado el gobernador del Banco de España, sea necesario meter dinero público en pocas, algunas o muchas entidades financieras para salvarlas de la quiebra. El país que protagonizó un milagro económico desde 1996 se ha convertido en un apestado, tragedia griega. Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional ha descalificado la política presupuestaria del Gobierno y ha certificado su ineficiencia para sacar al país de la crisis. El FMI ha demostrado tres verdades incómodas para el ejecutivo socialista: primera, el superávit presupuestario no se lo ha merendado la crisis sino los proyectos de gasto público impulsados por el gabinete Zetapé; segunda, el grueso de los desembolsos realizados por el sector público se realizaron en el año 2008 con una finalidad electoral; tercera, el impacto del brutal aumento del gasto público, 4,5 puntos de déficit, no ha tenido ningún impacto positivo sobre la economía nacional. Esto significa que la plata de los contribuyentes se ha derrochado.

Si España se gastó la hijuela en el año 2008, la posibilidad de articular una estrategia fiscal anti-crisis, créase o no en ella, se ha volatilizado. El Gobierno ya no tiene margen de maniobra para emprender programas de gasto porque el déficit está disparado y porque el inevitable incremento del gasto público tendrá que destinarse a pagar prestaciones por desempleo y, probablemente, los costes de la venidera crisis del sistema financiero nacional. Así pues estamos desnudos ante la debacle, como los machadianos hijos del mar. ¡Qué desastre!

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