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Miércoles 27/11/2024
 
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La Verdad

Recién estrenada una nueva Santa Cuaresma ?hace dos días dejábamos atrás el Miércoles de Ceniza, por cierto, sin que cayera una sola gota de agua? llegamos hoy al primer viernes de este tiempo preparatorio (cuarenta días) para la Semana Santa...

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A los que miran a los ojos
Recién estrenada una nueva Santa Cuaresma –hace dos días dejábamos atrás el Miércoles de Ceniza, por cierto, sin que cayera una sola gota de agua– llegamos hoy al primer viernes de este tiempo preparatorio (cuarenta días) para la Semana Santa, que tendrá su culminación con los días santos del Triduo Pascual y, el estallido de vida que es la Resurrección del Hijo de Dios, tras vencer a la muerte física.

Los que tenemos la suerte de vivir por estas latitudes, tan dados a exteriorizar nuestros sentimientos, disfrutamos del enorme acerbo de religiosidad, caridad y arte que poseen nuestras hermandades y cofradías desde siglos. No es el presente momento propicio para dar más explicaciones pormenorizadas de ciertas veleidades litúrgicas o jurídicas que pueden caprichosamente haberse ensañado con alguna de ellas –a buen entendedor con pocas palabras basta– y será la voluntad de Dios y el tiempo, como siempre, las que pongan los puntos sobre las íes.

Hoy venimos a hablar de lo que suponen, para el pueblo fiel, los distintos actos que a lo largo de todo el año, y sobre todo en este tiempo, desarrollan nuestras hermandades.

Que si bien es cierto que no son las únicas asociaciones de fieles de nuestra Iglesia Católica, sí es verdad que son las que mayor repercusión tienen en nuestra sociedad.

Así, los besamanos a las Sagradas Imágenes Titulares de nuestras cofradías son una singular forma de acercar la divinidad de Cristo a la altura de la fe del pueblo. Siempre me han fastidiado los que rotundamente, desde dentro de nuestra Iglesia, tachan de ridículo el hecho en sí de besar, o simplemente pasarle la mano, a una imagen de Jesús en su Pasión o de la Santísima Virgen sufriendo los muchos Dolores que padeció ante los suplicios que sufrió el Hijo. ¿Acaso ellos pueden pesar la fe o saber si ésta es de mejor o peor calidad que la que ellos dicen tener? Quizás no entendieron aquello de hacerse como un niño, un ser que en la antigüedad era menos considerado incluso que un animal, para alcanzar algún día el Reino de los Cielos.

También los cultos anuales (Septenarios, Quinarios o Triduos) serán motivo de reencuentro con el ancestral pasado, aquel que evoca ruegos y gracias a través de los tiempos. Será nota en la agenda del alma, de la nostalgia por los que no están y de la emoción por los que con ojos limpios abiertos de par en par se incorporan. Preludiarán días grandes, días plenos, días gozosos que cual viento cómplice alejarán del horizonte los negros nubarrones de la desgana o de la tentación de arrojar la toalla.

Los Vía Crucis, propios del día de hoy (viernes), serán ejercicio ideal de revisión de nuestra existencia más íntima y honda ante los ojos del Padre. Será nueva oportunidad de deshacerse del hombre viejo y revestirse de la nueva esperanza.

Llegarán las noches de los ensayos de costaleros, de los repartos de papeletas de sitio, de sacar las túnicas de los armarios y en el caso de los peques echarles una o dos cuartas de largo, de plantarse ante la mirada limpia y pura de María y preguntarnos si realmente vale la pena que nos partan la cara por Él, por aquel que pudiendo vencer a los poderosos tuvo que perder para, finalmente, derrotar victorioso a la muerte.
¡Sí, llega la hora de la Verdad!.

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