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Lunes 25/11/2024
 
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El Vía-Crucis de Cuaresma a través de la historia

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  • Impresionante imagen del Vía Crucis con el Cristo de la Buena Muerte propiedad de Los Luíses.
Es difícil y complicado elaborar una breve introducción sobre el origen del Vía-Crucis como recorrido devocional y de meditación de la Pasión de Cristo, así como el número de estaciones en sus orígenes. Vía-Crucis es una expresión latina que significa literalmente “camino de la cruz”, o sea, el camino que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta su sepultura. 


En cuanto a su origen, sabemos que los cristianos de las primeras centurias veneraban los lugares relacionados con la vida y muerte de Cristo. A partir de la paz otorgada sobre la Iglesia por el emperador Constantino se multiplicaron las peregrinaciones a los Santos Lugares, conservándose descripciones desde el siglo IV. A partir del siglo XIV se le concede a los franciscanos la custodia de los Santos Lugares, lo que contribuye a que se extienda y se propague esta devoción. 

Centrándonos en Andalucía, hay que designar al beato Álvaro de Córdoba como emblema en su divulgación. Este dominico estableció un Vía-Crucis en el Convento de la Orden de los Predicadores, en la localidad cordobesa de Escaceli, semejante al original de la Vía Dolorosa, a su regreso de un viaje por Tierra Santa en 1420. El número de las estaciones fue el que creyó oportuno, pero haciéndolo pasar por el convento y finalizando en una loma donde colocó tres cruces. 

Con respecto al número de estaciones, fueron los franciscanos los que establecieron en sus conventos el número de catorce estaciones. Según Benedicto XIII en la Bula Inter plurimas, “a imitación de los devotos peregrinos que van personalmente a venerar los Santos Lugares en Jerusalén”. 

Se cree que el Camino de la Pasión establecido por San Álvaro de Córdoba, junto al creado en Sevilla por el primer Marqués de Tarifa, conocido popularmente como el de la Cruz del Campo, tuvieron mucha influencia en el que mandó construir la Cofradía de la Piedad en nuestra ciudad, conocido popularmente como la Vía-Sacra. 

La Vía-Sacra comenzaba en la puerta del Convento de Santo Domingo y finalizaba en la Capilla del Calvario. Se habían construido unos pilares de piedra culminados con pequeñas cruces de forja, que marcaban las distintas estaciones. 

Los viernes de Cuaresma era dirigido por un presbítero, portando en sus manos un crucifijo. Ante cada estación se detenía, y subiéndose a un pequeño humilladero, que existía en cada una de ellas, dirigía al gentío reunido una plática sobre el paso meditado. 

La situación de las cruces era la siguiente. La primera estaba en la puerta del Convento de Santo Domingo. La segunda, en la esquina de la calle Porvera y Alameda Cristina. La tercera, poco antes de llegar a la calle San Juan de Dios. La cuarta, en la esquina de la calle Catalanes. La quinta, en la calle Gaitán. La sexta, al pie de la torre de la iglesia de la Victoria. La séptima, en el templo parroquial de Santiago, detrás del retablo mayor. La octava, en la última casa de la calle Taxdirt, mano izquierda. De la novena a la décimo tercera, en el Monte Calvario. Y la última, en el altar mayor de la capilla del Calvario. 

En las actas del Cabildo Municipal de 1840 consta la orden de derribo de las columnas de la Vía-Sacra, debido a la política liberal y anticlerical emprendida por los ayuntamientos en este siglo. Los pilares de las cruces se recogieron por Manuel Sánchez Silva para su aprovechamiento en las obras de la Plaza de la Constitución. 

El hermano mayor de la Piedad por aquellas fechas Joaquín Rivero de la Tixera, alega ante el poder municipal la propiedad privada de los terrenos del Monte Calvario, pertenecientes a la hermandad. Allí había ocho columnas, rectificando el Cabildo y ordenando la colocación nuevamente de las mismas. 

Uno de los últimos datos registrados sobre el camino de la Vía-Sacra se fecha en 1869, cuando el cardenal De la Lastra y Cuesta, que vino a nuestra ciudad para bendecir las aguas del depósito de Tempul y tras visitar la Capilla del Calvario escuchó varios relatos sobre la devoción de la Escala Santa, instando a los presentes a que se volvieran a levantar las cruces. Debido a las dificultades de aquellos años todo quedó en el olvido. 

Llegamos a 1943. La Hermandad de Amor y Sacrificio, encabezada por el reverendo padre Antonio de Víu, acuerda organizar un Vía-Crucis de penitencia. La comitiva partía desde la Iglesia de San Ignacio o Compañía. Durante el recorrido se instalaban cruces, donde el cortejo se detenía para realizar las estaciones de rigor. Concluía la última estación en el monte de la Capilla del Calvario. No se tiene la certeza si ya en el primer año el Vía-Crucis se realizó con el Cristo de la Buena Muerte propiedad de los Luises. 

Con motivo de las Santas Misiones de 1952, los Padres Misioneros organizan un multitudinario Vía-Crucis el domingo 24 de febrero en la plaza Reyes Católicos. De los 17 centros misionales salieron los respectivos cortejos procesionales para coincidir todos a las ocho y media en la céntrica plaza. Al fondo de la plaza fueron depositadas las imágenes que presidían dichos cortejos, entre los que figuraba el Cristo de la Buena Muerte de la Compañía, el Señor de los Trabajos, el Santísimo Cristo de la Viga, Santísimo Cristo de la Expiración, el Cristo de los Pavones que se venera en la iglesia de San Miguel, la Virgen de Loreto, Nuestro Padre Jesús del Prendimiento o Nuestra Señora de la Confortación, entre otras de nuestra ciudad. Ocupaban una amplía tribuna los Padres Misioneros desde donde dirigieron el devotísimo Vía-Crucis. Tras la última estación se entonó el canto del Perdón y una meditación puso fin al acto. 

La Hermandad de Amor y Sacrificio organizó el Vía-Crucis hasta 1972. En 1973 se organiza un Vía-Crucis teniendo como itinerario desde la Capilla de San Juan de Letrán hasta el Calvario. Dos años después, en 1975, la Unión de Hermandades tenía previsto realizarlo desde San Juan de Letrán hasta la Colegial, pero a causa de la lluvia se celebró en el interior de Santo Domingo. 

El Miércoles de Ceniza de 1976 se celebra en la Colegial un Vía-Crucis penitencial organizado por la Unión de Hermandades con la colaboración del abad de la Colegial y las mujeres de Acción Católica de Jerez. En 1980 la Juventud Cofrade asume la responsabilidad de organizarlo, realizándose en la Merced con la imagen del Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad del Nazareno. 

Definitivamente en 1981 la Unión de Hermandades se haría cargo de organizar el Vía-Crucis. A continuación relacionamos todas las imágenes que han salido: Crucifijo de la Salud (1981), Buena Muerte (1982), Vía-Crucis (1983), Expiración (1984), Defensión (1985), Tres Caídas (1986), Lanzada (1987), Angustias (1988), Nazareno (1989),Amor (1990), Oración en el Huerto (1991), Cristo de la Esperanza (1992), Coronación (1993), Misericordias (1994), Cristo de la Viga (1995), Señor de las Penas (1996), Prendimiento (1997), Perdón (1998), Descendimiento (1999), Consuelo (2000), Sentencia y Humildad (2001), Ecce Homo (2002), Flagelación(2003), Exaltación (2004), Caridad (2005), Santo Entierro (2006), Vía-Crucis (2007), Clemencia (2008) y Lanzada (2009).

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