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Viernes 22/11/2024
 
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Costa Occidental

Agromartín premia en Lepe a sus empleados más simpáticos en pleno Martisor

Según el empresario agrícola lepero, José A. Martín, el objetivo es la buena convivencia y que sus trabajadores “sean felices”. El acto de entrega de premios a miss y míster sonrisa y simpatía 2014 coincide con la celebración rumana del Martisor, en la que el invierno derrota a la primavera

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  • Trabajadores homenajeados -

La explotación agrícola Agromartín (Lepe) que gestiona el empresario local José Antonio Martín, ha hecho entrega de sus premios miss y míster simpatía y miss y míster sonrisa 2014 entre sus empleados. Unos reconocimientos que cada año otorgan los propios trabajadores mediante sus votos.

En esta ocasión los premios han sido para la empleada búlgara Bodurova Vaskova Nadka (miss sonrisa); la rumana Stefanía-Catalina Pirpala (primera dama miss sonrisa), la marroquí Hannane Edadkri (segunda dama miss sonrisa), el rumano Vasile-Alin Frimu (míster sonrisa), la isleña Luna Hernández (miss simpatía), la villablanquera María Pilar Andrés (primera dama miss simpatía), la lepera Manuela Ortiz (segunda dama miss simpatía), y el lepero Francisco José palomino (míster simpatía).

Según indicó el propio empresario lepero, el principal objetivo de estos premios no es otro que “hacer que los trabajadores sean más felices”. Los premios fueron entregados por los responsables municipales de los Ayuntamientos de la Costa que asistieron al acto, así como por el cónsul general de Rumanía, que tampoco se perdió la cita ya que también se celebraba la popular fiesta del Martisor o de la primavera rumana.

Con esta celebraciones en su finca, el empresario lepero sigue haciendo de la integración y la cohesión entre sus trabajadores, provengan del país que provengan y sean del municipio que sean, su principal bandera como elemento motivador para su extensa plantilla, que en plena campaña agrícola puede superar el millar de personas.

El MărÅ£iÅŸor (o MărÅ£iÅŸorul en rumano –diminutivo de Martie o marzo-), es una festividad con la que en países como Bulgaria, Rumanía y Moldavia se da la bienvenida a la primavera y con la que por tanto se celebra la derrota del invierno por la estación de la frescura y la alegría.

Y la recrearon por todo lo alto y dando participación en ella a todos los trabajadores de la finca, indistintamente de que su procedencia fuese marroquí, sudamericana, subsahariana, lepera, cartayera, ayamontina o isleña, ya que todas las mujeres, como sucede tradicionalmente en esta antigua tradición, recibieron pequeños regalos en forma de objetos decorativos –mărÅ£iÅŸoare- atados con un hilo blanco y rojo, como símbolos o amuletos que traen fortuna y bienestar, y que portan en la solapa o la muñeca hasta dos semanas después.

Según precisó una de las organizadoras del evento, Ana Bordeianu, quien quiso dejar claro antes que nada el protagonismo de la mujer en esta celebración el rojo es considerado color del amor y de la fuerza, y el blanco de la pureza.

Tampoco faltaron en la finca lepera las flores típicas de la primavera temprana que habitualmente se asocia al MărÅ£iÅŸor, sobre todo el galanto o ‘campanilla de invierno’, con las que fueron decoradas las instalaciones, ni la gastronomía típica de cada una de las culturas representadas en la explotación agrícola de José Antonio Martín. Así, se fundieron en los paladares de los numerosos asistentes, los dulces típicos marroquíes con los de Rumanía o Bulgaria, y otros platos tradicionales de numerosas culturas, entre los que por supuesto no faltaron los españoles.

La fiesta también contó con la presencia del cónsul general de Rumanía en Sevilla, Manuel PleÅŸa, quien quiso celebrar el tradicional MărÅ£iÅŸor junto a sus compatriotas y quien fue recibido a la forma tradicional de su país, con ofrecimiento de pan con sal por parte de una joven ataviada con el traje típico rumano.

La fiesta del MărÅ£iÅŸor tiene una historia milenaria y las primeras pruebas arqueológicas datan del período de los getas. Los orígenes de la costumbre se pueden encontrar también en las fiestas romanas en honor a Marte, dios de la fertilidad y la vegetación, o en las fiestas en honor a su equivalente tracio Marsyas Silen. Las mujeres dacias se adornaban con monedas o piedrecitas preciosas asociadas con hilos de lana rojos y blancos para tener buena suerte y un año productivo.

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