¿Soy jugador patológico?
El juego patológico se caracterizaría por la incapacidad del sujeto para dejar de jugar y por la alteración que se produce en las áreas significativas de su vida, tanto a nivel familiar, como de trabajo y amigos.
Visto así, el juego patológico se caracterizaría por la incapacidad del sujeto para dejar de jugar y por la alteración que se produce en las áreas significativas de su vida, tanto a nivel familiar, como de trabajo y amigos. Es frecuente que los ludópatas se encuentren en una situación económica delicada por las deudas contraídas, que a su vez repercute en su vida familiar, estando ésta impregnada de mentiras y relaciones inestables. Incluso es habitual tener problemas con la ley por cometer delitos para poder obtener dinero con el que poder seguir jugando.
Y muchos se preguntan: ¿por qué siguen jugando día tras día, si repercute tan negativamente en su vida, dando lugar a tan graves consecuencias? Pues la respuesta tiene mucho que ver con el propio pensamiento del jugador. Estas personas suelen recordar las ganancias que obtienen con las máquinas tragaperras, pero sin embargo, olvidan los duros momentos en los que perdieron dinero, valorando esta pérdida como mínima. Aunque esta pérdida se sigue incrementando, perciben que ellos son totalmente capaces de controlar el juego, creyendo que es su habilidad personal la que les permitirá conseguir ganar el dinero que necesitan.
Es más, el problema comienza cuando se empieza a jugar más cantidad de lo que se tenía pensado, y para recuperar ese dinero perdido, se sigue jugando para hacer frente a las deudas contraídas, con lo que la conducta de jugar se mantendrá aunque se siga perdiendo insistentemente.
Pero no creamos que la ludopatía se limita únicamente a jugadores de máquinas tragaperras, sino que también hay otros tipos de juegos como los bingos, casinos, loterías, quinielas o sorteos, donde las pérdidas de dinero son igualmente cuantiosas. En función de la edad, sexo, clase social y contexto cultural, el jugador presentará mayor predilección por un tipo de juego u otro. Y en este sentido, un aspecto a tener en cuenta en cuanto a la edad, es que cada vez son más los jóvenes y adolescentes que presentan este problema, siendo habitual que aprendan a jugar y apostar al ver y tener como modelos a los adultos de su alrededor.
Para que esta situación problemática empiece a dejar de serlo, tiene que ser el propio ludópata el que deje de negar su problema, se tiene que dar cuenta de que su vida se ha deteriorado tanto que es imposible seguir así. Por lo tanto, debe proponerse dejar de jugar y mantenerse sin hacerlo a lo largo del tiempo. No es una cuestión fácil, ya que deberá aprender a resistir el impulso de jugar ante distintas situaciones en las que el juego está presente y, de esta forma, recuperar poco a poco el control. Es más, el profesional le ayudará a encontrar otras actividades gratificantes que sustituyan a la conducta de jugar.
Por último, hay que decir que estos jugadores no suelen ser capaces de adaptarse eficazmente a las difíciles circunstancias que están viviendo, por lo que los profesionales tienen como labor la enseñanza de estrategias para solucionar tanto los problemas actuales como los que puedan venir en el futuro. Esto es de especial importancia, ya que si el sujeto no esta preparado para superarlos, es probable que vuelva a jugar cuando se enfrente a algunos de ellos y no sepa cómo afrontarlos.
educa@cop.es
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