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Suponiendo que todo esto se confirme, es un gobierno que muchos podrían considerar involucionista en cierto sentido; pero también supone que Zapatero ha recuperado algo de realismo: deja atrás su etapa de acné juvenil y potencia a pesos pesados, incrementando algo la edad media y la experiencia del gabinete, que falta hacía. Ni Elena Salgado, ni Chaves son precisamente unos niños, ni lo son Rubalcaba y Moratinos que en principio continuaría, pese a los muchos los rumores en contra y pese a todas las zancadillas que ha ido recibiendo en su trayecto.
Zapatero vuelve así sus ojos hacia los esenciales del partido, en lugar de, como le piden desde tantos sectores, abrir su gobierno hacia figuras independientes o incluso conectadas con el mundo de la oposición. Es lo que hizo su admirado Barack Obama, lo que ha intentado su cercano Sarkozy y lo que consumó hace tiempo Angela Merkel en Alemania. Y es lo que parece que piden muchos sectores de la sociedad española. Pero aquí, de gran coalición nada; de pactos de gran alcance con otras fuerzas políticas, poco (solamente el ejemplo afortunado de Euskadi) y de gran cierre de filas, bastante.
¿Otra oportunidad perdida? Ya digo: ojalá que algunos rumores no se cumplan, ojalá que algunas de las cosas que se dicen no pasen de globos-sonda. Porque la última fuente, la única fuente, es el propio Zapatero. Y lo demás, hasta que, en las próximas horas, ZP haga su anuncio oficial, son aprensiones, deseos y rumores de los cenáculos y mentideros, mejor o peor informados, quién sabe.