Para los diestros Finito de Córdoba, Rivera Ordóñez y Alejandro Talavante
En estos tiempos de crisis al españolito al que le sobran al menos un par de euros compra un número de la ONCE o de la Primitiva por si toca premio. Los aficionados al toro, apuestan también por los festejos que tienen más interés. Si el sábado consiguieron pleno, los que fueron ayer no sacaron ni la pedrea. Era el punto y final de una Feria en un domingo que cada temporada está condenado al fracaso de público. Entre el partido del Xerez, el del Cádiz y las pocas ganas de Feria que quedan, la cuestión es que el resultado se vio en los tendidos, y por ende, en el ruedo. Un festejo desangelado, aburrido, algunos se fueron en el último toro, y precisamente, en ése llegó el buen vino, como las bodas de Canán. Qué pena que Talavante, después de hacer un esfuerzo, someter a un manso de salida y de jugarse la vida, lo matara feamente tras torear muy bien sobre ambos pitones. Fue la nota más destacada de la corrida. El primero que saltó a la arena llamado Desertor para Finito sirvió para que el cordobés se estirara con el capote. Antes de entrar en varas el animal hundió los pitones en el albero. No dio la voltereta que se esperaba pero sí que salió con el pitón izquierdo partido por la mitad. Así que “desertó”, nunca mejor dicho, de la lidia y tardaron en llevárselo a punta de capote, ya que los cabestros estaban mirando para otro sitio, tan ineptos como el primer día. Pasados diez minutos se soltó el sobrero en el que Finito apenas lo saludó con el capote. Eso sí, tomó un puyazo largo. Al tomar la muleta lo citó por el pitón derecho sacándole algunas series y así volvió por el piton contrario. Fue una faena larga, con algunos trazos más o menos estéticos, que no tuvieron mucho eco en los tendidos. El cuarto de la tarde fue un toro chico, y con ése se lució el banderillero jerezano Jaime Padilla. Tenía ganas Finito sacándoselo a los medios, pero cantó la gallina. Se tragaba el primero, y eso que la dejaba bien colocada la muleta. Intentó sujetarlo y el animal buscó tabla. Luego llegó un mal momento con la espada y el descabello. Francisco Rivera Ordóñez toreó a su primero bien con el capote. Colocó banderillas como él sabe hacerlo. Su labor con la muleta no pasó de decorosa, con más voluntad que otra cosa. En la primera serie se derrumbó el toro, pero continuó dando pases. Le pidieron la oreja y doña Clara, benévola, le largó el pañuelo. El quinto fue un toro manso en varas que salió suelto y estuvo mal lidiado y peor toreado. No quiso Rivera tomar las banderillas. Los peones la pasaron canutas porque el toro esperaba. Ya con la muleta presentó también problemas, pegando tornillazos y con la cara alta. Lo toreó hacia las afueras y como pudo se lo quitó de en medio. Tuvo un momento peligroso, ya que el animal, cuando estaba a punto de ser apuntillado se levantó y le pegó un cabezazo en la mano a Rivera, y ahí se acabó la historia. Se dejó enganchar el capote Alejandro Talavante, aunque hubo un quite por gaoneras ajustado. El toro se empleó bien en el toreo al natural. Hubo una serie ligada con pase de pecho de buen corte sin dejar de seguir sufriendo enganchones, aunque se colocó muy cerca de los pitones en la última parte de la faena El toro de la tarde sin duda fue el último, que hizo cosas de manso, de salida y que se entregó a la muleta de Talavante, que quedó muy bien sobre la mano izquierda, ligando cinco naturales con su personal toreo vertical. El animal no se cansaba de repetir y fue a más. El toro había cambiado radicalmente de comportamietn y en la boca de riego el torero cuajaba una excelente faena a este extremeño paisano como él. Unas manoletinas postreras muy valientes sin moverse pusieron la emoción que faltaba en una tarde que iba camino del aburrimiento.