La Navidad no deja indiferente a nadie. Provoca, selectivamente, sentimientos tan distintos y alejados entre sí, que a veces parecen polos opuestos: tristeza, ternura, ilusión, bondad, felicidad y resentimiento. La Navidad es capaz de sacar lo mejor o lo peor de nosotros mismos. Los cristianos celebramos en estos días el nacimiento del Hijo de Dios que representa la paz, la misericordia, la buena voluntad y, sobre todo, la esperanza de un mundo más justo y solidario. Por el contrario, la izquierda radical endurece su ofensiva laicista empleando su habitual demagogia barata y populista, para acabar con la tradición cristiana de la Navidad. La decisión de Carmena de incluir "reinas magas" en la Cabalgata de Reyes, sin decirnos quien será Baltasara, se suma a iniciativas como la sustitución del Belén por el bosque mágico de Santiago de Compostela, o quitar a San José del Belén en Valencia…etc. En mi opinión, la palma del laicismo navideño se la ha llevado este año la alcaldesa de Barcelona, con su ocurrencia pedante de proponer por decreto que no hay Navidad, y que lo que se celebra es el solsticio de invierno, curiosamente algo que hacían los nazis con sus fiestas paganas, para borrar la Navidad. Desde el final del Tercer Reich, ningún gobierno europeo había retomado este tipo de festividades paganas. Ahora se rompe la norma setenta años después.
Pretenden cambiar la identidad popular para que, en lugar de cantar villancicos, tocar la zambomba y pandereta, asistir a Misa del Gallo, montar y visitar Belenes, comer pavo, mantecados, una copilla de anís, las uvas de fin de año o llevar a los niños a la cabalgata de los Reyes Magos, tengamos que realizar durante estos días, por decreto, actividades relacionadas con el reciclaje y la sostenibilidad, talleres medioambientales, espectáculos de magia, marionetas y circo para celebrar esta época del año. Pues yo, sin duda, sigo defiendo las costumbres y los valores cristianos de la Navidad de Jaén y me cuesta mucho pensar que las niñas de Jaén ya no quieren ser princesas sino Reinas Magas. Y en pro de esa defensa de la “igualdad” de Carmena, ¿por qué no trasladamos esta idea a otros ámbitos, y ponemos a señoras bajitas como pívots de la NBA, o a tipos bajos y regordetes a bailar el ballet del vals del Emperador?
Me encantaría que todos los que me saludaran estos días me desearan Feliz Navidad, que es lo que celebramos los cristianos, y os daré las gracias cuando en San Lucas me deseéis ¡Felices Fiestas! Ahora, es NAVIDAD, la llegada de Jesús, el que viene para quedarse con todos nosotros.