Un pregón de altura, de los que marcan época, de los que cuestan volver a revivir sin que el tiempo no haya hecho mella por cada uno de nosotros, Rafa González Serna, ha conseguido y cumplido a la perfección lo que tenía en mente, formar un lío, formar un taco gordo en Sevilla, en su pregón, tan necesitado de ello en los últimos años y que hoy por fin ha vuelto a ver valorado en la figura de este cofrade y enamorado de su ciudad.
Un pregón, en el que como ya adelantó el propio pregonero, estuvieron presentes todas las hermandades de forma directa o indirecta. Antes de la disertación de González Serna, el delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, fue la persona encargada de la presentación como viene siendo habitual, estrenándose en dicho acto, lo mismo que el alcalde de la ciudad Juan Espadas. Tras los sones de la marcha "Cristo en la Alcalzaba" de Fulgencio Morón, el delegado dio paso a su presentación, recordando a los compañeros periodistas desaparecidos; Pepón de Radio Nacional de España y Fernando Carrasco de Abc de Sevilla. Tras ello, una glosa sobre la figura del pregonero y las vivencias personales de Juan Carlos Cabrera como cofrade y macareno confeso, una intervención muy aplaudida por la sinceridad mostrada.
Tras los ecos finales de "Amarguras", llegó el momento señalado, Rafael González Serna comenzaba su pregón, un pregón que desde el inicio se intuía que tenía visos y mimbres de ser antológico. La primera innovación al comienzo, con unos versos dedicados a Sevilla, siendo el propio pregonero como improvisado capataz que dando órdenes esbozaba un hermoso pasaje a la ciudad, el final del mismo, coincidiendo con la salida de una cofradía del templo, se coronó con los sones del himno nacional interpretado por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.
A partir de ahí, la locura y el disfrute para todos los cofrade que abarrotaban el teatro de la Maestranza, una original forma de nombre día por día a la mayoría de las corporaciones de la Semana Santa, con el recuerdo siempre a la Misericordia, a su madre y a su padre, presentes en el texto de principio a fin. Momento álgido, al llegar el Miércoles Santo, cuando la música compuesta por Manuel Marvizón y que incluía trozos de composiciones musicales como : "Procesión de Semana Santa en Sevilla", "Nuestro Padre Jesús", "Esperanza Macarena", "El Corpus", "La Estrella Sublime" o "Madre Hiniesta", se compenetraba de forma sublime con el texto poético, rico, sencillo, pero de pellizco salido de las manos del pregonero. Final del Jueves Santo apoteósico, con unos hermosos versos dedicados a la Virgen del Rosario de Montesión.
Tras el itinerario sentimental de cada día de la Semana Santa, y a modo de sorpresa, Rafa González Serna, dejó sin mencionar a la hermandad de la Macarena en dicho recorrido, a sabiendas que sería el broche de oro de su texto y por ende, de su pregón. Una conversación original, hermosa y novedosa, entre el propio pregonero y su Señor de la Sentencia, en primera persona, tras ello, otra pieza antológica dedicada a su Esperanza Macarena, sin olvidar su cierre anterior, dedicado al Señor de la Salud de los Gitanos y a la Esperanza de Triana, momentos irrepetibles, que hicieron que el público se pusiera en pie en varias ocasiones.
Y por si fuera poco, el recuerdo a su madre, a su padre y su añoranza de ser vestido de nazareno por las manos que lo vieron nacer. Un final hermoso, emotivo, de pellizco y lágrimas, irrepetible.
Rafael González Serna, no sólo ha conseguido lo pensado, volver loco al personal, sino que ha realizado algo muchísimo más complicado que pocos, muy pocos son capaces de hacer, poner en común a Sevilla en que ha sido uno de los mejores pregones de la historia de nuestra Semana Santa.