ARTICULO DROGADICCION Y PROSTITUCION: MAFIA Y CORRUPCION
Cuando sobre drogas o putas (putos) se indaga la controversia está servida. No obstante nadie niega que ambos aspectos de esta vida, por oscuros y dramáticos que sean, se sostengan en una actividad mafiosa, delictiva y corrupta. Y aunque sean aspectos polémicos social y culturalmente hablando es preciso tener siempre presente que son campo de explotación de seres humanos por parte de delincuentes.
Las distintas perspectivas a estos asuntos generan diversos discursos. Si enfocamos el asunto desde las víctimas de esta explotación, es decir, quienes consumen drogas y quienes se prostituyen, observaremos la necesidad urgente de defenderlas de las atrocidades, de la explotación en la que viven permanentemente. La conciencia del enorme daño que reciben estas personas, genera una propuesta que pasa por la regulación de estas prácticas de forma que tanto las personas drogo dependientes, como las personas que se prostituyen tengan una oportunidad de salir de estas desastrosas situaciones. Se sustenta esta mirada en la compasión por las víctimas.
Desde una vertiente punitiva que se ha venido desarrollando tradicionalmente, asociada a la represión de estos comportamientos, no parece que se haya resuelto gran cosa. Limitándose a calificar ambas lacras de corrupción, degradación o envilecimiento. Invocando que en este caso la “culpa”, siempre la sacrosanta culpa, es de quien consume drogas o se prostituye. No obstante esa misma tradición cultural ha generado un buen acervo semántico para enfatizar que siempre hay quien se beneficia explotando estos asuntos. Así se han forjado términos como alcahuetería, amancebamiento, trata o lenocinio. Palabra esta última que significa la acción de alcahuetear o el ejercicio del oficio de alcahuete y como este debería ser desempeñado discretamente se realizaría en las casas de lenocinio.
¿Victimas o culpables? Se precisa tomar partido por un enfoque u otro. Ya que si son culpables que sufran el castigo. Uno mayor de padecer la droga o la prostitución o ambas. Y, aunque se ha avanzado penalmente en la despenalización, es evidente que queda un largo trecho. Siendo notorio que las prácticas policiales y judiciales no consiguen el objetivo de proteger suficientemente a las personas que son víctimas de la droga o de la prostitución. Muy posiblemente porque el núcleo del problema se sustancia en la “ilegalidad” de estos comportamientos, que permiten a las mafias hacer el negocio.
Precisamente nuestra cultura del vino aporta un ejemplo, de cómo regularizando el acceso y consumo se impide la existencia de mafias organizadas para incitar a las gentes de toda edad y condición a que beban. Algo muy similar se antoja posible con las drogas y la prostitución, de forma que “regulando” el acceso y consumo se consigan dos grandes objetivos: Que desaparezcan las victimas (versus verdugos-mafias) y de que la voluntad y la ayuda permitan reconducir vidas truncadas.
Si esto parece lógico ¿Por qué no se ha hecho ya? ¿Por qué quien tiene el “poder” de hacerlo no lo hace? ¡Ah! ¡Claro! Es que posiblemente el “poder” sea la auténtica droga y para conseguirla es preciso prostituirse. No en vano el poder está asociado lamentablemente a Mafia y Corrupción.
Fdo Rafael Fenoy Rico