No sé cómo puedo explicar en los diversos foros en los que me muevo todos los días, cafeterías, archivos, tribunales o librerías qué es eso del Carnaval inmaterial. Por los sentidos entra que esa fiesta gaditana no puede ser más tangible, palpable y corpórea. Cuando se contempla un disfraz, se escucha un cuplé, se observa una carroza de la cabalgata o hay uno de esos eventos gastronómicos que animan plazas y calles ¿Cómo calificar de inmaterial una fiesta tan sensorial? Quizás el Bureau Internacional de Capitales Culturales se refiera a los valores históricos y artísticos que encierran las manifestaciones folclóricas y no a los elementos sustanciales con las que se muestran las costumbres ancestrales.
El Carnaval de Cádiz ha quedado en noveno lugar por detrás de eventos que pueden ser calificados de un contenido patrimonial e histórico inferior a los festejos gaditanos. Pase por supuesto que se encuentren en mejores puestos: El Camino de Santiago, peregrinación de un impacto cultural, artístico e histórico de mayores dimensiones por los millones de peregrinos que han intervenido, los centenares de iglesias, catedrales, puentes, calzadas y castillos que se han generado desde el siglo XII. De las Fallas de Valencia y de las Fiestas del Pilar se podría decir otro tanto.
Con todos los respetos posibles hacia estos eventos entre culturales y folclóricos ¿Quién conoce la leyenda del lagarto de la Malena de Jaén, la Procesión de la Virgen de Algemesí o el Filandón de León en España? Solamente en sus respectivas localidades, no han trascendido más allá de los límites de sus cascos urbanos y a veces ni eso. ¿Qué ocurre por tanto? Pues que es suficiente que en esas urbes surja un grupo entusiasta que logre movilizar a la opinión pública para votar por sus fiestas y que éstas alcancen un cierto número de votos en la relación del Patrimonio Cultural Inmaterial para adquirir una cierta relevancia muy por encima de su impacto real en el turismo.
Después de este análisis hay que darle una importancia relativa al noveno puesto porque por las razones que sean no se ha logrado movilizar a la opinión pública gaditana para que mostrara sus preferencias por el Carnaval de Cádiz, es la única forma de explicar que una localidad como Algemesí de apenas treinta mil habitantes que forman parte de una conurbación de cien mil tengan más votos que Cádiz que abarca entre 123.000 y 140.000 habitantes según distintos censos en un área metropolitana de cuatrocientos mil. Aquí hay algo que no concuerda, hay razones que se escapan al análisis sociológico de la cuestión.
Otras convocatorias de este tipo hechas con mayor rigor nos permitirán comparar el Carnaval con otros eventos de su categoría.
Hasta pronto gadiritanos.
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